100 CURVAS DE 180º
Las curvas de herradura, horquillas, paellas y otros muchos nombres que toman en español el trazado de un viraje de 180º en las rutas de montaña, producen las más impactantes imágenes de las carreteras. La ingeniería de caminos dice que ésta es la mejor forma de superar una montaña de fuertes pendientes. Haciendo zig-zag.
El trazado de la carretera que supera el paso de Kya Wu Lah totaliza 100 curvas de 180º que dibujan múltiples formas en la orografía del Himalaya.
Con este diseño hay memorables pasos de montaña repartidos por las geografías de todo el orbe. Entre los más afamados: el paso Cristo Redentor de los Andes, junto al paso Libertadores, entre Argentina y Chile, y el Paso del Stelvio, en los Alpes de Italia, por solo citar dos bien conocidos. El primero tiene 89 curvas en horquilla para superar un desnivel de 1.305 m en la cordillera de los Andes, sumando 33,1 km y pasando por los 3.832 m de altitud del paso del Cristo Redentor. El Stelvio con el paso a los 2.758 m.s.n.m. traza 76 horquillas (tornanti) para remontar desde Trafoi y volver a bajar hasta Bormio, marcando un perfil 1.500 m de desnivel en 45 km de recorrido. Kya Wu Lha en el Tíbet suma 32 km en la que se enlazan 100 giros de 180º para superar y descender un desnivel inferior a los 900 m, con una cota máxima de 5.198 m.s.n.m. Más herraduras en menos kilómetros para ascender y descender solo 900 metros de desnivel.
La primera vez que contemplé la visión del puerto de Kya Wu Lah por su cara sur, en Mayo del año 2010 era completamente de tierra, y así seguía en 2012. En Septiembre de 2019 estaba total e impecablemente asfaltado. Una vez superado el asombro, ante la impactante visión de la carretera y al fondo el escenario con los picos más altos del mundo, pensé: ¿Por qué tantas curvas en tan poco espacio?. El desnivel en los tramos es muy suave y por eso hacen falta tantas curvas. ¿Por qué no hacerlo más normal, barato y sencillo?. Estamos en el Tíbet, en la cordillera con las mayores alturas del planeta y rodando entre 4.200 y 5.200 m.s.n.m. Casi un kilómetro y medio más altos que el paso Cristo Redentor, y a casi el doble de altura que el paso Stelvio.
La presión parcial de oxígeno disminuye muy rápidamente con la altitud. El oxígeno es el combustible de seres vivos y motores. Un motor de 100 CV a esta altura apenas rinde 70 CV y los motores muy usados aún menos. Los camiones no podrían superar un paso de montaña con desniveles más inclinados. Mas zigzag, y kilómetros a cambio de menos pendiente. Se necesitarían vehículos casi un 40% más potentes para superar en estas altitudes puertos de trazado con desniveles usuales entre los 0 y los 2.000 metros de altitud. Las motos aquí, también pierden fuerza notablemente, pero siguen disfrutando de una excelente relación peso/potencia ante los lentos automóviles que suben al límite de sus posibilidades. Para facilitar el giro de los camiones en las horquillas, además de escaso desnivel están diseñadas amplias y muy redondas, con buenas sucesiones de curvas idénticas de radio fijo. Es un territorio de ensueño para cualquier motorista. Un lugar mágico del Himalaya donde bailar la danza clásica del emocionante equilibrio dinámico del jinete y la motocicleta.
EL MEJOR PALCO SOBRE EL HIMALAYA
En el mismo paso arranca una pista que me atreví a subir por instinto en el año 2010 con la BMW F 650 GS Paris Dakar. Apenas 1 km y me dejo ante una visión aún mejor. Nada se interpone en esta cima para mostrar al frente toda la cordillera central del Himalaya. Desde aquí se divisan cinco picos de mas de ocho mil metros. Ante la vista la tercera parte de todas las cimas más altas del planeta. Everest (8.849 m), Lhotse (8.516 m), Makalú (8.463 m), Cho Oyu (8.201 m), Shisha Pangma (8.013 m). Decenas de siete miles y centenares de picos, agujas, glaciares… de más de seis mil metros de altitud. Centenares de kilómetros de vista panorámica del Himalaya desde uno de los miradores más privilegiados y accesibles de Asia. Naturalmente he repetido las tres veces que he vuelto por allí.
Bajando la vista hacia el valle encuentras a los pies la carretera, serpenteando y nunca mejor dicho. Fijándote en su trazado de conjunto, verás que tiene todos los dibujos que tu mente quiera imaginar: dos amortiguadores de muelle, dos patos, tres manos, dos perritos, un par de culebras… todo dibujado sobre la arrugada rala y áspera corteza del planeta. Un hilo que surca la pelada orografía del Himalaya central.
Desde la primavera del verano del 2010 hasta el otoño del 2019 ha cambiado la ruta de pista de tierra y grava, a carretera asfaltada. Plana cual mesa de billar, con guardarrailes, y pintura en perfecto estado. El hilo ahora ya es de color negro y se puede ver perfectamente en Google Maps. Antes 100 curvas derrapando con los tacos, ahora 100 horquillas frenando, inclinando y acelerando a placer.
Los paisajes siguen idénticos es, la más salvaje naturaleza de las montañas más descomunales. El frío, los vientos, nieves y hielos. El sol, la luna y las estrellas, la implacable altitud. Uno de los lugares del mundo donde te sientes tocando el cielo.
Continuará.
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