Historia de una pasión

Gustavo Cuervo en 1960

Gustavo Cuervo en 1960

El martes 14 de Octubre de 2008 el mundo dio exactamente 18.262 vueltas ( 50 años ) desde que mi madre decidió presentarme en sociedad a mediados del siglo XX. Lo que ella no sabía es que había dado a luz a un motero apasionado, a un viajero incansable, a un enamorado de la vida.

En 1958 no había Internet, claro que yo tampoco sabía escribir, así que medio siglo después y gracias a la Red y a todos los que me enseñaron el arte de la comunicación hoy puedo contar, al que tenga la paciencia de leerme, unas pocas reflexiones; casi una obligación al cumplir tan redondo numero.

Familia Cuervo en 1970

Familia Cuervo en 1973

Les debo a mi padre y a mi hermano Jose la pasión por las motos y a literatos como Julio Verne, Salgary, Jack London, Mark Twain y otros muchos que me hicieron soñar durante mi adolescencia con otros paisajes y otras culturas, mi irrefrenable espíritu viajero, mi emoción por la aventura. No tengo claro mi primer recuerdo con las motos ni con los viajes, ya que desde antes incluso de tener uso de razón mi padre nos llevaba a toda la familia en una Montesa Brío de aquí para allá.
Gustavo Bultaco Sherpa

Sierra de Guadarrama en 1976

Si recuerdo ya con claridad las muchas horas “mecaniqueando” aquellas achacosas motos de dos tiempos españolas, que dejaron de tener secretos para unos imberbes entusiastas que cada día se llenaban las manos de grasa en un húmedo sótano abarrotado de hierros, y mucho mejor el primer gran viaje en moto.

Veinte días, cuatro amigos, siete países europeos, una Montesa Enduro 250 c.c y una Ossa Súper Pioner. ¡Un palizón hasta para cuatro jóvenes envenenados de gasolina y libertad!. Luego llegaron las motos “gordas” y Chelo con su cariño, comprensión y entusiasmo para afrontar periplos insólitos, durísimos e inolvidables en nuestras rutas por África, América, Asia… y poco a poco la consolidación como motociclista profesional, reportero, empresario, guía, fotógrafo… chico para todo.

Egipto 1984

Egipto en verano de 1984

He intentado siempre llegar a lo más alto en cada uno de los retos que me he planteado en mi vida y con esfuerzo, tesón, muchas veces cabezonería, he conseguido la mayoría. Soy un privilegiado, hice de mi afición mi profesión, abandonando la seguridad de una aburrida plaza de funcionario público por la arriesgada de motero, de infinitos rumbos sin salario permanente.

Para conseguirlo tuve que montar empresas, la mayoría de las veces tan raras que ni en Hacienda sabían adjudicarme un epígrafe, aunque al explicarles a que me dedicaría, sí que entendían perfectamente la actividad y tras colocarme en el saco de “lo indefinible” se quedaban con tantos deseos de meterse en mi pellejo como seguros de que aquel negocio nunca podría prosperar. Claro que no es de extrañar con el nombre de la primera compañía denominada Escudería Los Hierros S.L.

Juegos Olímpicos de Atenas en 2004

Juegos Olímpicos de Atenas 2004

Los medios de comunicación me ofrecieron la oportunidad de convertir en modo de vida mis deseos. Televisión Española y MOTOCICLISMO son dos destacados, pero ni mucho menos los únicos, aunque ninguno me ha pagado nunca exclusivamente por montar en moto, si no por hacer algo mas, ya sea trasmitir imágenes o escribir, y es que en el mundo de las dos ruedas, y salvo a los pilotos de competición, nunca te pagan por ello, si no por lo que eres capaz de hacer con una moto como herramienta.

Lo mismo sucede con los viajes, nadie te paga por ir a ningún lugar de la Tierra si no por ser capaz de traer o llevar algo de aquí para allá y viceversa, conseguir información valiosa, como les sucede a los científicos o buenas imágenes, aunque también de enseñar el camino a otros como guía, como me sucedió con Iberian Moto Tours y sobre todo Gustavo Cuervo World Tours.

Grabación de Al Filo de lo Imposible en Pakistán

Grabación de Al Filo de lo Imposible en Pakistán

Me han pasado cosas malas, como a todo el mundo, a veces muy malas, pero de la gran mayoría ni me acuerdo, lo que sí recuerdo es cada una de todas las buenas, que son muchas más. He viajado en motocicleta por todos los Continentes incluso por lugares por los que nunca había pasado una moto, haciendo y manteniendo amigos en todos los rincones del globo, lo que considero uno de mis mayores tesoros. En estos años he visto a muchos retirarse de la práctica activa del motociclismo y aunque les comprendo, no comparto su actitud. Visto de un modo lógico es lo natural, con la edad uno se vuelve más conservador y prudente.

La familia, la estabilidad y el cansancio invitan a la comodidad. Seguirán siendo mis amigos, pero prefiero fijarme en esos otros muchos más veteranos, como Sebastián Álvaro retirado de su trabajo en TVE como director del programa Al Filo de lo imposible, o Eduardo Martínez de Pisón catedrático de geografía, ya jubilado de la Universidad Autónoma de Madrid, por solo citar algunos, a los que les brillan los ojos cada vez que hablamos de nuevas y más difíciles expediciones. Ellos saben que hay que aprovechar la experiencia y sabiduría que nos da la edad para afrontar nuevos retos.

Salar de Uyuni

Salar de Uyuni (Bolivia) en 1996

Al igual que mi padre y como parece un proceso lógico, evolucioné de las motos muy pequeñas y con poca potencia hasta las mejores y más poderosas motocicletas deportivas del mundo y después seguramente que como él, volveré a bajar de cilindrada y prestaciones hasta quedarme en la moto lógica y racional, la que permite disfrutar sin arriesgar más que lo justo para seguir gozando del aire en la cara, de la emoción única de moverte con un motor sobre dos ruedas.

En cinco décadas y como me recuerdan los contables cada fin de ejercicio, hay que mirar las cuentas y hacer balance, sobre todo las dos columnas principales. Yo en el haber compruebo inolvidables aventuras y experiencias únicas por todo el globo, y en el debe, veo que aun tengo muchas más cuentas pendientes de saldar. Me quedan muchos libros por escribir, muchOS Juegos Olimpicos, Paralimpicos, Europeso, Americanos y Asiaticos en los que participar con nuestras motos  y muchos reportajes y fotos que publicar o sea muchos kilómetros por recorrer. En esta ocasión se equivocan los contadores pues en mi vida las dos cuentas se suman en lugar de restarse, así que el balance no puede ser más positivo. Soy un privilegiado al llevar viviendo 50 años de pasión.

Everest Campo Base

Everest, Campo Base

¿A quién tengo que darle las gracias?. Pues a todos aquellos que se cruzaron en mi camino en cualquier rincón del planeta, de los que siempre aprendí algo y también, sin ninguna duda, a todos aquellos que como vosotros, lectores o espectadores veis mi trabajo. Gracias.

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