Hasta el campo Base del Everest la travesía del Tíbet era relativamente sencilla, incluso hace años, cuando era por pista de tierra. A partir de Tingri hacia el oeste en 2010 la ruta era mas difícil.
Para empezar no regresamos directamente a la G 318, la Carretera de la Amistad, sino siguiendo una pista diagonal que enlaza el hoy aparcamiento disuasorio y punto de partida de las lanzaderas hacia el Campo Base del Everest, con la vieja ciudad de Tingri. Camino mixto y variado con un carrusel de subidas y bajadas que ya anticipa lo que será la continuación. El Tíbet más desconocido.
Entre Tingri y Saga en 2010 la pista principal estaba en obras y es mucho mejor una pista cuando no le han metido nunca ninguna máquina, como sucedía con el tramo anterior. Solo la orografía y las huellas a seguir, sin desmontes, siguiendo el trazado natural de las montañas y valles. Cuando la maquinaria de obras públicas se aplica con saña, como se hacen las obras en China, la pista sencillamente desaparece. Todo es de libre operación y trabajo para la maquinaria pesada. Los usuarios que pasen por donde puedan.
La primera vez que pasé por allí fue en Mayo de 2010. Viajamos con el grupo de Hungría y Rumanía con el objetivo de completar la travesía del Tíbet y la vista puesta en el lejano Kashgar. Dejamos atrás la carretera de la Amistad, la G 318 que une Lhasa con Katmandú y que ya estaba completamente asfaltada. La G 219 era otra cosa. Hasta Saga, pista en obras pero tratables y a partir de aquí sencillamente insoportables. Mucho peor que la pista original. Las obras de construcción y asfaltado de la completamente nueva carretera que sustituiría a la pista secular era más mala y muchísimo más peligrosa que el camino natural. Maquinaria, material de construcción decenas de zanjas, derrumbes, zonas de voladuras….
Las obras en China no siguen el patrón o normativa de las obras en los países desarrollados. Allí la construcción es lo primero, y lo único, lo demás no importa. Tanto es así, que no se traza vía alternativa para mantener la circulación de los usuarios. Ni tan siquiera se corta, salvo en caso de voladuras inmediatas. ¡Que cada uno pase por donde pueda, si es que puede!. Cuando los trabajos en las infraestructuras son gigantescas, hasta el punto que todas las maquinarias utilizadas son de cadenas, avanzar entre ellas nunca es fácil. Lo intentamos superando un par de puertos de montaña con elevada dificultad y riesgo hasta que tuvimos que desistir. Las obras según nos dijeron los obreros se extendían a lo largo de más de 500 km. Vuelta a Lhasa.
CAMPEONES DEL MUNDO
La inmensa mayoría de los españoles recordarán para siempre donde vieron por televisión el partido final del mundial de fútbol de 2010. España contra Países Bajos (Holanda), lugar estadio FNB Sudáfrica 11 Julio 2010. Hora comienzo de Sudáfrica 9:00 h de la noche, hora en España peninsular, la misma 21:00 h, hora en el Tíbet, las 2 de la madrugada del día siguiente. Aunque yo no soy futbolero, este era un partido muy importante y en esta ocasión estaba viajando con un grupo de españoles, igualmente con la intención de alcanzar Kashgar. Las obras habían avanzado mucho en unos meses y hasta la aldea de Bagaxiang a los pies del monte Kailash, la montaña más sagrada de Asia, todo el tramo estaba casi terminado, salvo algunos kilómetros y puentes. Solo faltaba la capa de rodadura final, y en largos tramos ya tenían puestos plásticos cubriendo toda la capa de tierra compactada. A su lado corría una pista, mejor dicho una huella, creada por los vehículos de obra, en pésimas condiciones. Demasiada tentación. ¿Tú qué harías? ¿Seguir peleando de continuo para sacar una media irrisoria por las huellas laterales o subirte al plástico y poder avanzar sin esfuerzo a cien por hora?. Pues eso. Nunca antes en nuestras vidas habíamos rodado tantos kilómetros sobre piso de plástico.
Así con alguna peripecia más, llegamos a la aldea de Bagaxiang. Los motoristas adelantamos mucho tiempo sobre los 4×4 de nuestro grupo, que se atascaban en los pasos de ríos al estar los puentes sin terminar y claro, tampoco podían rodar sobre el plástico, y nos fuimos a buscar un televisor. En la aldea nadie se interesaba por el mundial de fútbol, pero conseguimos un televisor en blanco y negro, de los pocos que había en el pueblo y nos lo llevamos a una habitación. Aquella noche mientras todos veían el partido, yo dormía plácidamente en la habitación contigua, despertado tan solo por los gritos de ¡¡¡Gooooool !!!! de mis compañeros. Mejor, ya podía seguir durmiendo tranquilamente y además con la selección española proclamándose Campeona del Mundo.
LA MONTAÑA Y EL LAGO SAGRADOS
Este rincón del Tíbet, tan desconocido para la mayoría de los extranjeros, es un lugar sagrado para las dos grandes religiones asiáticas, budismo e hinduismo. El monte Kailash se encuentra alejado de la gran cordillera del Himalaya hacia el interior de Tíbet, Aislado y solitario destaca sobre la planicie con su forma piramidal y su cumbre permanentemente nevada.
Según la mitología hindú, Shiva habita en la cumbre y alguno de sus credos lo considera como el paraíso y el último destino de las almas. Dicen que la montaña es el «lingam» (falo) del dios Shiva y el cercano lago Manasarovar es el «Ioni» (vulva) de su consorte Parvati. Según los Puranas, el Kailash es el pilar central del mundo y sus cuatro laderas son de cristal, rubí, oro y lapislázuli, hasta coronar los 6.638 metros de altitud que nunca nadie ha pisado. No se ha escalado nunca esta montaña, no por su dificultad, sino por respeto religioso hacia los nativos.
Por otra parte los budistas tántricos creen que el Kailash es la residencia de Buda. Cuentan que Milarepa, campeón del budismo tántrico, llegó al Tíbet para retar a Naro – Bonchung campeón de la religión Bon. Los dos se enzarzaron en una lucha mágica, sin conseguir vencer ninguno y acordaron una última competición. El primero en llegar a la cima del Kailāsh sería el ganador. Naro-Bonchung utilizó su tambor mágico para ascender volando, los acólitos de Milarepa estaban impresionados viendo como, sentado, meditando sobre el tambor casi alcanzaba la cima. Entonces Milarepa montó en los rayos del sol superando a su contrincante justo antes de que llegara a la cumbre, proclamándose vencedor e imponiendo así su religión en el Tíbet .
Muy cerca se encuentra el lago Manasarovar. Mira que hay lagos en Tíbet, todos tienen singulares encantos, pero Manasarovar además, tiene ese atractivo que emana en los lugares místicos. Sobre una loma hay, para mi, uno de los lugares más impresionantes de Tíbet. No es grande ni majestuoso, es un templo sencillo, un espacio religioso lleno de piedras con mantras, molinos y banderas de oración. Un lugar marcado con claridad en la mente de algunos de los peregrinos que que realizan la «Kora» (vueltas en torno al lago, el monte Kailash o cualquiera de los muchos lugares religiosos diseminados por el Techo del Mundo). Sobre la cabeza la impresionante cumbre nevada del Kailash preside el paisaje.
El viaje continuará hacia occidente, y cada vez será más duro.
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