Amigos en las malas

Rachid, BMW R 1250 GS Adv. Gustavo

Dicen que los amigos de verdad están especialmente en las malas situaciones y ahí fue donde mis amigos de Merzouga estuvieron para ayudarme en lo que pudieron. Omar y Rachid tienen el orgullo de ser hijos del desierto. Es un honor ser hijo del desierto, aunque ellos no lo saben. Los desiertos hacen a las personas que en ellos viven, da igual en que región del mundo, mas solidarios, hospitalarios y respetuosos con los demás y la naturaleza. Llevan en los genes la ayuda desinteresada a todo el que aparece por sus áridos paisajes, una hospitalidad y vocación por los demás que se ha forjado con los siglos y las generaciones sobreviviendo en los entornos mas hostiles del planeta. Gracias.

Sin prisa, pero sin pausa

Tras la cena tuvimos la reunión diaria, solo que esta vez teníamos un tema único que tratar. No hablaríamos de lo que veríamos en la siguiente etapa, si no de, como salir cuanto antes de Marruecos y regresar a nuestras casas, con nuestras familias en España, Argentina, México y Puerto Rico.

Saldríamos con las primeras luces del alba para evitar incidentes, por falta de visión en las siempre engañosas carreteras del desierto. El objetivo inicial, llegar hasta Ceuta. Una etapa de 1000 km con un grupo de 15 motos y muy diferentes niveles, estilos y resistencias, no es ni fácil en la teoría. Dejamos la puerta abierta a posibles cambios de planes. Lo mas importante ahora, era no empeorar la situación con un accidente o cualquier otro percance. No dejaríamos a nadie atrás, pero tampoco nadie se iría por delante.

Fez. Ciudad Imperial.

Con solo dos paradas para repostar y relajar nos plantamos en Ifrane para una comida temprana. Nuestro ritmo era bueno, muy bueno, todos juntos, en la mas perfecta caravana que habíamos podido conseguir hasta el momento, pero Ceuta estaba muy lejos, tan lejos que si llegábamos, sería tras conducir varias horas de noche. Demasiado arriesgado. Cuando estas cansado fisicamente, tras muchas horas de pilotaje y con la tensión añadida de la incertidumbre de la pandemia, tensando nuestros pensamientos dentro del casco no había que aumentar el riesgo. En la comida decidimos hacer noche en Fez, como estaba previsto en el programa inicial. Llegar pronto a un buen hotel con las mejores vistas de la medina de Fez, nos permitiría actualizar la información, descansar y seguir planificando la ultima y decisiva jornada. Por supuesto no haríamos la visita de la medina que teníamos programada, para evitar lo máximo posible el mezclarnos con la populosa muchedumbre de la ciudad Imperial. Curiosamente a estas alturas España era un país de mas riesgo que Marruecos.

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