Capitulo 4.
CUANDO LA SENSACIÓN DE PELIGRO TE AVISA.
Desde Skardú comenzamos el regreso. No volveremos por la misma ruta. Para el regreso elegiremos la única alternativa terrestre que tiene el viaje entre la capital de Baltistán y la capital de Pakistán, Islamabad. Tendremos que atravesar el altiplano de Deosai, llamado Pequeño Tibet.
Nuestro regreso comenzó concretamente desde el hotel Concordia, la base de operaciones habitual por todas las expediciones de montañeros que se dirigen al Karakorum. Antes de partir pasamos las motos por el taller. Poco mas de 300 km desde la última vez que las revisamos a fondo y las motos necesitan otro buen repaso.
Llegamos de noche al taller y como ya tenemos confianza se las dejamos, las recogeremos mañana. Hoy hay huelga de gasolineras y no hay combustible en Skardu. Peligra el viaje de mañana, pero nuestro mecánico lo resuelve. Las motos estarán listas y además tendremos los depósitos llenos y un bidón de repuesto. Palabra cumplida, a la mañana siguiente todo esta listo. No puedo por menos que regalarle mis botas de enduro. Para mi ya cumplieron su función en cuatro continentes, para él, seguro que aún necesitará muchos años de utilización para acabárselas. Me gusta regalar los accesorios y vestimenta de moto ya usados. No es una limosna. Como imagen de algunas marcas comerciales siempre debo llevar lo último en ropa y equipamiento así que las opciones son dos. Volver a transportarlos hasta casa y que se queden en un armario hasta dentro de no sé cuantos años, cuando una revisión los lleve directamente al reciclaje o darles una nueva vida en quien sabe con quien o en qué lugar del planeta. Así he regalado chaquetas , botas, guantes, pantalones.. cualquier accesorio de moto excepto el casco. Todos los cascos que utilice a lo largo de mi vida los tengo guardados, y son unos cuantos. Esos, que protegieron mi cabeza están bien almacenados, excepto el que usé esta vez en Pakistán. De acuerdo con Shiro el fabricante que nos proporcionó el equipamiento para esta aventura se los dejaríamos a la agencia que nos proporcionó las motocicletas en Islamabad.
EL PEQUEÑO TIBET
Saliendo directamente desde el centro de Skardú, la carretera se empina. Primero se bordea un embalse de donde se toman las aguas para la capital de Baltistán. Las montañas que lo rodean, como todas las de aquí, presentan fuerte desnivel. Las avalanchas son frecuentes y tenemos suerte de que la vía esta abierta. Unos días mas tarde, con las lluvias monzónicas, una avalancha cerraría el paso durante días por aquí y también por el cañón del Indo, por el que penetramos en nuestra venida, dejando incomunicada toda la región por tierra. Tuvimos suerte de poder salir el día previsto y cumplir el recorrido planificado.
La subida hacia la planicie de Deosai es espectacular. Pendiente continua con tramos rotos y un zig-zag de alta montaña que en principio es semejante a cualquier otra ruta de montaña de los Alpes por ejemplo, pero aquí se sigue subiendo, mas y mas. El mal asfalto se acaba definitivamente con la presencia de los primeros hielos perpetuos que flaquean un río recién nacido pero ya bravo en caudal y potencia. Se sube mas y mas, y aun mas, hasta alcanzar una llanura en la que se plantan los carteles de Parque Nacional de Deosai. Arriba el puro paisaje del Tibet se abre ante tu vista. Ausencia total de arboleda, incapaz de desarrollarse a estas alturas y con suelo permanentemente helados a pocos centímetros de la superficie aún en pleno verano. Lagos, ríos que divagan en sinuosos meandros buscando bajar de las alturas. Hay que hacer casi 100 km por esta planicie tibetana. Es un tamo completo de tierra, con múltiples vadeos e infinidad de mosquitos. El piso en muchas ocasiones de roca y piedra suelta vuelve a machacar nuestras fieles monturas que soportan estoicamente la paliza. A más de 4000 metros de altitud su potencia, ya de por si escasa, es aún menor por la falta de presión atmosférica y la disminución de la proporción de oxigeno. Nuestro organismo también lo acusa, aunque estamos acostumbrados, aclimatados se dice técnicamente, tras la ascensión al Campo Base del Charakusa. Avanzamos de continuo, sin prisa pero sin pausa por este altiplano de aspecto puramente tibetano. Aquí en Pakistán donde este ecosistema no es frecuente, este es un Parque Nacional muy apreciado por su singular paisaje. Recuerdo los miles de kilómetros que en una ocasión con Luis y Sebas, y en otras varias guiando grupos internacionales, realicé atravesando los mas de 2.000 de km que hay entre Lhasa ( Capital de Tibet ) y Khasgar (capital de la región autónoma de Xinkianj, China). Hace ya unos años cuando los chinos aun o habían asfaltado, esta ruta y era de las mas largas de tierra que se podían hacer sobre el planeta. Era una travesía realmente dura. Mucha distancia, mucha altura y ninguna población ni signo de vida en varios centenares de km. El Tibet es tan salvaje y rudo que te hace enamorar de sus abrumadores paisajes. Aquí en Pakistán el piso de roca suelta en tramos, barro y arena vuelve a machacar las suspensiones. La pequeñas Suzuki absorben todo lo que pueden, pero los topes de suspensión, tanto delante como detrás son constantes. Ni un solo retén pierde una gota de aceite. Resulta casi increíble que unas barras delanteras de apenas 30 mm de diámetro y poco mas de 10 cm de recorrido aguanten semejante paliza sin dañarse. Si las miras fríamente pensarías que al primer golpazo se doblarían sin remedio. Las llantas de radios si confirman su aspecto sólido y no se afloja ni un radio, el motor aguanta sin una tos y hasta la moto de Dario que rompió la maneta de embrague en la subida en una tonta caída, sigue impertérrita la ruta. Dario al no tener embrague realiza todos los cambios “a capon” calando la moto en las paradas y arrancando en primera con el motor de arranque. La moto ni se entera.
El paisaje plano acaba con el lago Shausar un típico lago de alta montaña y que aquí es un gran atractivo al que empiezan a llegar los pakistaníes mas aventureros.
EL LARGO DESCENSO DEL VALLE DE ASTORE
El descenso resulta impactantemente bello, y muy, muy largo con mas de 120 km de valle hasta su encuentro con el rio Indo. La carretera en su parte superior ya asfaltada tras salir del Parque Nacional de Deosai, y a veces hasta con buen piso, enlaza pequeños pueblos. Praderas verde esmeralda y bosques de abetos tapizan paisajes dulces de evocador estilo alpino. Los caseríos se aprietan en las laderas sin que vías asfaltadas, carteles ni postes de ningún tipo contaminen esta idílica visión con modernismos o construcciones humanas mas allá de las sencillas casas de madera y adobe.
Apenas quedan 50 km para alcanzar nuestro punto de destino de hoy. Calculamos una hora y media y como siempre erramos en la apreciación del tiempo necesario para recorrerlo. Necesitaremos mas de dos horas y media y eso que en este tramo la carretera es buena. Tan buena que hasta un camión militar “se pica” y lo mejor es dejarle pasar en su alocado descenso. Poco a poco el valle se encaja de nuevo en un profundo desfiladero. Volvemos al Pakistán mas salvaje el de la cordillera del Karakorum con sus cañones de verticales paredes.
Nuestro destino de la jornada es Astore, una gran población, la capital comarcal, y por tanto tendrá hotel y servicios decentes, además con ese nombre evoca un paraíso de «glamour francés». Antes nos encontramos con un espectáculo inesperado. Un partido de polo en la población de Gorikot. Todo el pueblo esta mirando las evoluciones de los jinetes en la explanada central. Centenares de miradas se concentran en el juego, pero también en nosotros, los extranjeros no son nada frecuentes en esta tierras. Miradas suspicaces y la sensación de «bichos raros» no demasiado bien recibidos nos hacen partir pronto del lugar. Un pequeño grupo de mujeres situadas muy arriba en las últimas casas también miran el partido, tapadas con gurkas y alejadas del contacto con los hombres. Estamos de nuevo en el Pakistán mas radical, y esta vez no tenemos escolta policial. Decidimos dejar a los caballistas con sus feroz partido antes de que la mayoría se de cuenta de que Reme es una mujer blanca que va en moto y algún extremista de la voz de alarma.
Paramos en varios talleres de moto y tras varios intentos conseguimos una maneta para la moto de Dario. Es de Honda, la marca mas habitual en estos lares y conseguimos acoplarla. Eso sí, después de pagar un precio “desorbitado” 50 céntimos de Euro. Tuvimos suerte pues el hotel esta situado en la cima de una colina en las afueras de la población y la ascensión requiere, ahora si, utilizar el embrague pues hay frecuentes paradas por pasos complicados.
Menos mal que estamos fuera de la ciudad de Astore. Cuando la atravesamos no pudimos evitar tener esa sensación de temor que a veces te avisa de que no estas en el lugar adecuado. Esa alarma innata que todos llevamos dentro, esta encendida. Las miradas de los nativos nos escrutan y dan a entender que no somos bienvenidos. Entre sucias, muy sucias, caóticas y empinadas callejuelas, de trafico anárquico y piso ultra peligroso, nos apretamos para pasar cuanto antes, alejarnos del pueblo y alcanzar el hotel en la cumbre, a la vista del Nanga Parbat. No nos moveremos de allí hasta muy temprano en la mañana. Nada mas amanecer queremos salir. Cuanto antes mejor, no tenemos buenas vibraciones. Con las primeras luces estamos sobre las motos. Atravesamos de nuevo el pueblo con esa sensación de ojos pegados en el cogote, imaginando que mas de una de aquellas miradas perdonan, por esta vez, a aquellos extraños que se atrevieron a pasar por allí en moto.
Continuará.
Capitulo 1 Pakistan Extremo. Aventura Extrema en Pakistan
Capitulo 2 . Pakistan Extremo. Entre el choque de cordilleras.
Capitulo 3 .Pakistan Extremo. El corazón del Karakorum
Capítulo 5 Pakistan Extremo. ¡ Esto es la guerra !.