Soy de aquellos que aprendieron los pronombres personales reflexivos mediante una cancioncilla.

Ni sé, ni me importa qué plan educativo era aquel, pues los nombres de los mismos cambiaron con la llegada de la democracia en España al mismo ritmo que cambiaba la tendencia de los gobernantes. La cuestión es que, desde la llegada de las redes sociales muchos de aquellos que estudiaron estas formas pronominales parece que no pasaron de la primera persona. Yo, mi, me, y conmigo son utilizados con tanta frecuencia en sus comunicados que parecen no existir otras personas.

A la primera parte, el yo, se le aplica fácilmente los calificativos tratados en el artículo anterior. Entonces  que era auténtico, mientras que la segunda, tercera y cuarta: el mi , el me y el conmigo los consideran tan imprescindibles para el auto-bombo que casi resulta imposible encontrar un solo párrafo sin alguno de ellos, cuando no varios.

Todas las demás personas que figuran por sus textos, videos o comentarios, aparecen para ejercer su papel de meros actores extras. Condenados de antemano a engrandecer al protagonista principal y único de cualquier relato. Con una elaborada y laboriosa selección desaparecen todas aquellas grabaciones en las que no se exalta y loa al protagonista. Es más, si alguien osa cuestionar este yo-mi-me, es inmediatamente atacado por los fanáticos misóginos, que el lenguaje actual de las redes sociales ha dado en llamar trollers. Individuos por cierto, que también son profusamente regalados de agradecimientos por los actores o actrices estelares, a los que admiran y defienden mas allá de cualquier crítica razonable.

Concretamente en el mundillo del viaje en moto, parece que ésta es la recomendable actitud a poseer como potente fuente de “me gusta” y aumento en el número de seguidores. Al juego se suman también hábiles directores de mercadotecnia, de todo tipo de empresas que buscan y consiguen una buena difusión de sus productos enseñados por los Yomis, a los que “compran” las más de las veces con la única inversión de una prenda o producto de su marca. Listos sin duda, que no han tardado en darse cuenta que con tan ínfimo gasto se aseguran una buena difusión y aún más, incluso ventas aseguradas entre los trollers que nunca cuestionarán el producto que luce su Dios.

Las actividades o deportes de riesgo, siempre fueron coto de estos actores. Fundamentalmente en aquellos en los que no hay manera de medir con el metro o el cronómetro, ni compararse en igualdad de condiciones a los competidores. No hay forma de comparar una ascensión a una cumbre de 8000 metros, una travesía a vela del Pacifico, ni un viaje por África en moto por ejemplo.

Esto propicia las afirmaciones de “el primero en…”, “la única en…”… Titulares que llaman poderosamente la atención. No importa que en alguna ocasión salga alguien demostrando que no fue el único, ni la primera. Los mas prudentes habrán añadido alguna condición mas: sin oxigeno, con vela latina, con una moto verde….  Así incluso se puede calificar la hazaña de histórica. Concepto que tampoco tengo como referente excepcional y destacable para el legado permanente, ya que cada día y acontecimiento es histórico e irrepetible y así puede constar en los anales.

Con estas condiciones se pueden encontrar intrépidos viajeros que han sido los primeros en llegar a un archipiélago en moto (siempre pensé que a las islas solo se podía llegar en barco o en avión) o que se han dado una vuelta al mundo en menos tiempo y sin atravesar el ecuador. Esto último se contradice así mismo como vuelta al mundo, por obvias razones de longitud en los diámetros correspondientes a cada latitud de la esfera terráquea . Que yo sepa Amundsen y su equipo nunca presumieron de darse decenas de vueltas al mundo girando en torno a la bandera Noruega que clavaron, estos sí por primera vez, en el Polo Sur y seguro que se dieron una cuantas en apenas unos minutos y recorriendo solo unas decenas de metros.

El mundo, especialmente el virtual, de los YOMIS tiene sus propias reglas. Conceptos como cierto o falso no juegan en esta liga. Las segundas y terceras personas tampoco. Identificarlos es fácil. Intenta encontrar en alguno de sus videos, textos comunicados…. o el medio en que se prodiguen algún tú, ti, te, contigo o un él, sí, se, consigo y si no lo encuentras, ya lo tienes. Capturado como un Pokemon.