MEMORIAS DE SYDNEY

Un equipo de motociclistas y operadores de cámara españoles nos  encargamos de captar las imágenes que se vieron en todo el mundo de los deportes al aire libre de las Olimpiadas. Su álbum de recuerdos se lleno de imágenes inolvidables y su memoria de anécdotas.

Participar en unas Olimpiadas es el sueño de todos los deportistas del planeta, pero hay muchos deportes no olímpicos, entre ellos los del motor, por lo que parecíamos condenados a no vivir nunca unas Olimpiadas por dentro. Sin embargo la moto tiene otras muchas posibilidades además de las puramente deportivas; por ejemplo es el único vehículo capaz de circular dentro del campo de juego, sin interferir en las competiciones, en aquellos deportes que tienen como escenario calles y carreteras. La televisión, en su permanente afán de mostrar lo mas cerca posible la belleza plástica del deportista en pleno esfuerzo, descubrió pronto las ventajas que ofrecía el binomio moto-cámara. El ciclismo fue el primero en aprovecharlas pero rápidamente otros deportes como el maratón, la marcha atlética y por ultimo el triatlón se unieron a la lista de retransmisiones en las que el trabajo creador conjugado de un motorista y un cámara hacen las delicias de un realizador y la satisfacción de millones de espectadores. Después de casi dos décadas trabajando con TVE, las máximas instancias del Comité Olímpico Internacional adjudicaban en exclusiva a un equipo español la tarea de ofrecer a todo el mundo la increíble belleza de estos deportes. ¡Estabamos seleccionados!.

EL MUNDO DEL REVES

Sydney, capital del estado de Nueva Gales del Sur y la ciudad más carismática de Australia fue la sede elegida para la celebración de las XXVII Olimpiadas, denominadas las Olimpiadas del Nuevo Milenio. La ciudad y el país entero se volcaron en la organización del evento más importante de su historia reciente. Esta era la segunda ocasión que Australia acogía las Olimpiadas. En 1956 fue Melbourne, la capital de la nación, sede de los llamados Juegos de la Amistad, pero entonces con la televisión en sus albores, la repercusión del acontecimiento no soñaba con la globalización actual.

Lo peor de Australia para los españoles, es que se encuentra en el otro lado del mundo, o sea a unas 24 horas de vuelos y unas treinta en total de viaje. Allí no es que vivas boca abajo, pero si que hay muchas cosas que funcionan justo al revés. Mientras aquí es de día, allí es de noche, la primavera es otoño y el invierno verano, además se circula por la izquierda, el vino para comer lo compras en una tienda y te lo llevas al restaurante, las cerraduras abren al contrario, los enchufes son distintos, el grifo de la izquierda es el agua caliente, y hasta quitando el tapón se marcha girando en sentido contrario. Aun no habíamos conseguido asimilar ninguno de estos detalles, ni apenas pegar ojo, cuando nos metieron en un minibús con los máximos dirigentes de «la tele» y nos ametrallaron con cuestiones técnicas, de seguridad, de protocolo, turísticas y profesionales. Había una gran preocupación con la retransmisión de la ultima y más importante prueba olímpica: el maratón masculino. Nos presentaron a Sydney sobresaturados de información, desconcertados en pleno jet lag, siguiendo el recorrido de los 42 kilómetros trazados en ocasiones por dirección prohibida. Y nosotros solo pensábamos en probar nuestras motos que habían venido desde los también lejanos Estados Unidos de América.

CAMARA…ACCION

Los días empezaron a pasar con rapidez entre ensayos generales, pruebas técnicas y retransmisiones. El triatlón como prueba inaugural de las Olimpiadas, que además se estrenaba como deporte olímpico de competición, sirvió para mostrar al mundo la belleza de la bahía de Sydney, sus parques poblados con singulares especies vegetales, la transparente atmósfera de una de las urbes más ecologistas del planeta y la pasión de los australianos por el deporte. Nosotros comenzamos a disfrutar de los privilegios de ser los ojos del mundo. Circular en moto junto a los atletas por las principales avenidas de la ciudad, sin mas trafico que nosotros mismos e incluso por los senderos del Jardín Botánico, por donde nunca pasan vehículos a motor y hasta la policía patrulla en bicicleta, fue además de especial muy emocionante. ¡Aussies, go, go go! El grito de guerra de los australianos para animar a sus deportistas seria a partir de entonces la atronadora frase mas escuchada en todas las competiciones. Si los aussies tienen autentica pasión por el deporte, donde lo demuestran cada día es con el surf. Ni frío ni lluvia, ni tiburones, y si sopla fuerte viento mejor. No son pocos los empleados y ejecutivos que aprovechan cualquier descanso en el trabajo para ponerse el traje de neopreno y lanzarse a bailar sobre las gigantescas olas que se abaten sobre el litoral sur de Australia. Nosotros naturalmente que lo intentamos pero no solo no llegamos a ponernos en pie sobre la tabla, ni siquiera conseguimos alcanzar la zona de formación de olas. Esos si, ante las risas de los expertos surfistas el Pacifico nos dio unos cuantos revolcones sacudiéndonos a placer en la llamada lavadora.

MUCHA MARCHA

Que los australianos son un pueblo divertido es indudable, pero con sus propias normas. Las bebidas alcohólicas y el tabaco solo se pueden comprar en tiendas exclusivas que cierran a las ocho en punto, ni un minuto mas y excepcionalmente los sábados a las doce de la noche. No hay bares al estilo europeo, a cambio se reúnen en macro-hoteles, la mayoría con música en vivo, todos con billares, baterías de maquinas tragaperras y decenas de pantallas donde se apuesta continuamente a galgos, caballos, o fútbol australiano. La bebida que se consume por centenares de litros es la cerveza, aunque también puedes pedir algo mas fuerte, que te servirán siempre en la justa y escasa cantidad regulada por un dosificador. Con nuestros horarios de trabajo la marcha mas que nocturna la tuvimos por las mañanas durante las retransmisiones de las tres carreras de marcha atlética. Dos competiciones de 20 km , masculina y femenina y una de 50 km reservada a los mejores caminantes del mundo no resultan especialmente divertidas. Una sentada de casi seis horas en moto en primera y solo segunda de vez en cuando para relajar la mecánica se hace bastante larga. Claro que peor es para los que marchan a nuestro lado, andando y sin poder correr en ningún momento. Lo mejor fue cuando le comunicamos a la marchadora española que poco antes de finalizar se situaba tercera por descalificación de la australiana que ya saboreaba las mieles del de oro en la misma entrada del estadio olímpico. Te puedes imaginar los enfurecidos titulares de televisión y prensa locales.

MOTOS Y TRAFICO

No tuvimos demasiado tiempo para compartir experiencias con los aficionados al motociclismo australianos. Eventuales encuentros en la calle con algunos ruteros que nos indicaron su lugar favorito para montar; las cercanas Blue Mountains, alguna charla con los mensajeros, que por estos lares utilizan deportivas tipo CBR 600, Kawas ZX y GSXR con aparatosos soportes traseros, y una corta conversación con un grupo custom que nos despidieron con un burn-out. Eso si la faceta turística esta cuidada al máximo de tal forma que incluso te puedes dar un paseo en el asiento trasero de una Harley por los lugares más bellos de Sydney. En cualquier caso si quieres montar en Australia, lo mejor es alquilar una moto en alguna de las varias agencias que puedes localizar fácilmente por internet o en la paginas amarillas. El tráfico esta más vigilado y las infracciones al reglamento castigadas con penas mas duras incluso que en USA. Campañas de televisión realmente dramáticas, carteles como Drink, drive die, ( Beber, conducir, morir) y carnet con puntos que vuelan en cuanto aparques mal, son algunas de sus características. Nosotros aun abusando del privilegio olímpico solo cruzamos una frase con el jefe supremo de la policía de tráfico. Un gigante de mas de dos metros con aspecto de robocop y cara de pocos amigos que hacia temblar a todo aquel que se cruzara con su enorme uniforme cuando salía del potente deportivo V-8 señalizado como Director de Campo. Estabamos esperando el comienzo de una prueba junto a las motos, con motor parado y cascos puestos cuando el Goliat enfiló directamente hacia nuestra posición. «Abróchense el casco». Pero si estamos…..-En Australia es obligatorio tener el casco correctamente puesto y abrochado». Ni que decir tiene que a partir de entonces solo nos acercábamos a la moto con el caso bien abrochadito. Resulta paradójico que en este país de estrictas normas de circulación se rodara Misión imposible 2. Gracias a Javier, un amigo afincado en Sydney pudimos conocer el lugar exacto donde se filmaron las escenas de moto mas espectaculares de esta fantasiosa película.

 

SINGING IN THE RAIN POR SEVILLANAS.

Esperábamos con ansiedad las competiciones ciclistas. Cuatro carreras en las que podríamos gozar de las muchas y variadas curvas trazadas a lo largo del Centenial Park , el mas grande y cuidado de los parques urbanos de Sydney. En el circuito un par de descensos tipo sacacorchos, para pasar por la playa de Bronte, donde los profesionales del pedal aprovecharían al máximo las ventajas de su ligereza. Y amaneció lloviendo con fuerza . Ante el asombro de nuestros compañeros técnicos norteamericanos y australianos Miguel se puso a cantar la muy conocida bailando bajo la lluvia y pronto le acompañamos todos tocando palmas por sevillanas. ¡Estos españoles! El peor día y se lo toman como una fiesta. Los dioses del Sur premiaron nuestro humor. Cesó el aguacero y el circuito se fue secando poco a poco para lucir una magnifica y luminosa final olímpica de ciclismo.

 

LA EMOCION DE LA MARATON.

Y llego el gran día. La maratón masculina cerraba las olimpiadas y se apuntaba el record de espectadores. Antes de su comienzo tuvimos otro privilegio. Circular en exclusiva por el famoso puente de Sydney cortado al trafico, ni un solo coche, espectador ni atleta. Solo las motos de la tele y una nube de helicópteros sobre nuestras cabezas para asegurar en la pruebas técnicas finales que nada fallara. Poco después viajaríamos entre mas de dos millones de personas repartidas a lo largo de los 42 km de trazado. Gentes de todos los rincones y países del mundo asomaban sus caras sonrientes para animar el paso de los atletas. Aquí una larga calle llena de asiáticos bailando danzas regionales, allí un par de manzanas con africanos golpeando apasionadamente sus tambores, allá los australianos atronando el ambiente con gigantescas pantallas de sonido, mexicanos con mariachis…… Banderas de todas partes del globo, pancartas en decenas de idiomas, todos aplaudiendo el esfuerzo maratoniano. Un espectáculo inolvidable que nos mantuvo con los pelos de punta desde el pistoletazo de salida hasta la entrada en el estadio, donde el clamor simultaneo de 120.000 espectadores dio la bienvenida al ganador. Sin fue duda la retransmisión más grandiosa en la que jamas habíamos participado. Era el fin, pocas horas después la ceremonia de clausura cerraría los Juegos del Nuevo Milenio convocando a todo el planeta a su próxima cita: Atenas 2004. Seguiremos trabajando para que también nos seleccionen.

MAS DE 3.000 MILLONES DE OJOS

No hay en la historia de la información mundial acontecimiento mas seguido, comentado visto y oído que las Olimpiadas. Se reúnen 10.300 atletas, 5.100 auxiliares deportistas, 28 deportes programados, (triatlón y taekwondo por primera vez) y se emiten 3.400 horas de retransmisión en directo. Para atender tan singular y planetaria demanda se dedicaron mas de 36.000 personas en todo tipo de actividades. 21.000 representantes de medios de comunicación, 15.000 para televisión y decenas de miles de voluntarios. ‘No hay ninguna productora de televisión mundial capaz de hacerse cargo, por si sola del magno evento. Se constituyo una televisión encargada de servir la señal máster a todas las emisoras del mundo SOBO ( Sydney Olimpyc Broadcast Organization). Para ello se seleccionan profesionales y material de las productoras de todo el globo. Estos son algunos de sus datos. 1.123 cámaras, 1.823 monitores, 1400 posiciones de comentarista. Las imágenes son además personalizadas en el centro de control por mas de 200 televisiones publicas y comerciales de todo el planeta. Las cámaras se montan sobre todos los artilugios que el cine y la tele han sido capaces de ingeniarse. Grúas, globos, stady-cam, lápices, remotas, submarinas, helicópteros, periscopios, coches, pértigas, raíles y… tres motos. El publico objetivo son 30.000 millones de espectadores acumulados durante todos los juegos, y 4.000 millones, pico máximo de audiencia.