Paloma Lence: Nadie en mi familia sabe de dónde me sale, pero me gustan las motos desde siempre y tengo moto “grande” desde que tuve edad para sacarme el carnet y comprarme una. Eso fue con 20 años… casi media vida. Estudié comunicación, trabajé en consultoría y un golpe del destino me trajo a trabajar en esto de las motos hace cerca de 10 años. Mis primeros años en moto grande estuvieron protagonizados por motos deportivas, ya fuese para salir de curvas como para entrar a circuito o ¡viajar! con una R6. Al llegar a Triumph descubrí que había vida más allá de las R’s y aunque sigo teniendo una deportiva, soy afortunada por haber aprendido a disfrutar de la moto en muchas más facetas (y a viajar sin sufrir).
Cuando digo que cualquier viajero en moto está sobradamente preparado para afrontar el confinamiento, no hablo de los grandes viajeros: No es necesario cruzar un continente entero en moto ni regresar con una crónica o un completo reportaje audiovisual (aunque probablemente lo harás). Yo me refiero más bien a aquellos humildes viajeros que simplemente dedican unos cuantos días de vacaciones a viajar en solitario con su moto. Porque en la mayoría de las ocasiones el espíritu no se curte tanto con el destino como con la compañía, o con la ausencia de ella.
Viajar en solitario es una experiencia que todo ser humano debería vivir al menos una vez en la vida, y si uno sabe montar en moto, definitivamente es el mejor medio de transporte a elegir para reencontrarse con uno mismo y tener un buen nivel de conexión con todo aquello que le rodee en el camino.
Hablar de viajar en moto ahora mismo suena un tanto lejano, aunque probablemente sea una de las primeras cosas que podamos hacer cuando este loco mundo que nos ha tocado vivir vaya regresando poco a poco a lo que entendíamos por “normalidad”.
Si nunca te has dedicado unos días exclusivamente a ti y al placer de descubrir nuevos lugares en moto, a continuación que daré algunos motivos para hacerlo en cuanto sea posible.
Para mí el primer motivo no es un simple motivo, es una máxima no requiere argumentación alguna. En mi opinión, cualquier viajero en solitario está mejor preparado para superar el confinamiento que el resto de los mortales (lo siento, pero creo que la clasificación entre “viajeros” y “mortales” se hace necesaria en lo que queda de relato. No es mi intención establecer ningún tipo de superioridad entre ambas categorías, pero sí una clara diferenciación).
Tal vez esta máxima de que cualquier viajero está sobradamente preparado para afrontar el confinamiento no esté tan justificada para ti como para mí, por eso intentaré explicarte porqué pienso así y convencerte de que si aún no te has marcado un viaje en moto tú solo y quieres estar mejor preparado por si se nos viene encima otro confinamiento, o para millones de situaciones más de la vida cotidiana que a mucha gente le generan cierta ansiedad, no lo dudes: viaja solo en moto. Como le he escuchado mil veces decir a Gustavo Cuervo, “lo más difícil es salir del garaje”.
Aprendes a estar contigo mismo.
Vamos tan rápido en nuestro día a día que muchas veces no tenemos tiempo de estar con nosotros mismos. Tenemos tendencia a huir de la soledad, ya sea juntándonos con los nuestros en los bares (benditos bares) o compartiendo aficiones, hablando por teléfono o videollamada con quien se nos ponga a tiro, o consumiendo redes sociales en búsqueda de cierta sensación de cercanía con los demás. Es humano, casi todos los hacemos, pero no todos sabemos vivir sin ello.
Viajando solo en moto, inevitablemente habrá momentos en los que sólo podrás estar contigo mismo. Momentos sin cobertura, repostajes o paradas a comer en solitario, momentos de descanso cada día en una habitación distinta, aburridos enlaces por autopista o tediosos días de mal tiempo en los que llegas a preguntarte por qué no te quedaste en casa; pero hay dos buenas noticias al respecto: que el ser humano tiene una sorprendente capacidad de adaptación y también que esos momentos serán lo primero que olvidarás de tu viaje.
A cambio de esos momentos no tan buenos, uno aprende rápido a disfrutar en solitario de los paisajes que se encuentra por el camino, de descubrir nuevas carreteras, de coincidir con personas interesantes o de elegir la ruta en base criterios tan poco habituales en nuestro día a día como hacer lo que a uno le apetece, el tiempo que hace o la pinta que tiene cada carretera al llegar a un cruce. Seguro que no te estoy descubriendo nada nuevo al hablarte de todos estos buenos momentos que nos brindan los viajes en moto, pero a lo mejor no te has dado cuenta de que no necesitas a nadie a tu lado para vivirlos. Es más, uno aprende a apreciar mucho más estos buenos momentos al vivirlos en soledad, y también a valorar de otra manera el vivirlos junto a otras personas. No pretendo hacer un alegato de la vida en soledad, pero sí transmitirte que cuando sabes disfrutar de un viaje en solitario también aprendes a valorar mucho más a la gente que te rodea y saber elegir qué momentos deseas disfrutar en soledad y qué momentos en compañía.
Aburrirse y divertirse solo
Al igual que cuando estás confinado en casa, viajando en moto debes acostumbrarte pronto a sobrellevar el aburrimiento con pequeñas herramientas al alcance de tu mano (recuerda que viajas con poco equipaje). Tal vez no seas un apasionado lector ni un artista en tu día a día, pero cuando viajas en moto, un bloc de notas o de dibujo, algo de lectura o cualquier sencillo pasatiempo son suficientes para despejar la mente. ¿En serio que estando en tu propia casa, con todas tus cosas y con Amazon en el móvil no encuentras cómo ocupar tus ratos libres? Si hubieses viajado solo en moto alguna vez te aseguro que afrontarías el hecho de estar encerrado en tu casa con una filosofía un poco diferente.
Pero no todo es aburrimiento… Mal vamos si trato de convencerte de que viajes en moto hablándote de aburrimiento. Si algo me ocurre cuando viajo en moto es que me divierto muchísimo, yo sola y con cosas de lo más banales: por supuesto, cuando pillo un buen tramo de curvas (y más aún si coincido con algún grupo de motoristas a los que pegarme) o cuando suena por el intercomunicador una canción que me sube el nivel de buen rollo y me pone a bailar en marcha (os confieso que en un absurdo planteamiento “pureta” por mi parte, renegué de semejante artefacto hasta el año pasado). Entretenimientos en marcha aparte, lo mejor de viajar en moto, sobre todo si se va solo es el ponerse a hablar con quién te encuentras por el camino.
Si estás leyendo esto, es muy probable que tengas moto y que ya hayas experimentado que cuando te paras en cualquier lado en moto, malo será que no encuentres a alguien con quien charlar, ya sea porque también monta en moto, porque tiene un tío que tuvo una moto o porque es una señora de 80 años que te dice lo bonita es tu moto y te pregunta a dónde vas… Ahí lo tienes, si quieres charlar, tienes para un buen rato de conversación que pronto aprendes a derivar hacia cosas más interesantes para ti como qué sitios visitar, qué tiempo va a hacer mañana o cómo se vive en ese pueblo perdido de la mano de Dios en que has parado probablemente por casualidad. Lo complicado es no liarte demasiado.
Al estar confinado en casa pasa lo mismo: desarrollas una capacidad para divertirte (o al menos entretenerte) más con menos.
Adaptación, evasión y resolución de problemas
Creo que con todo lo que te acabo de contar ya te he hecho ver que, de una u otra forma, el viajero en moto tiene una mayor capacidad de evasión y de adaptación a las circunstancias que el resto de los mortales. Esto tiene relación directa con la capacidad de ingeniar soluciones creativas y rápidas a los pequeños contratiempos del día a día; y cuando uno viaja solo, no tiene otro compañero de equipo en quien relegar semejante responsabilidad. Tú tratas de evitar problemas, pero tú te los resuelves si surgen, o al menos, debes identificar cómo llegar a quien te los puedas resolver.
Estoy harta de hablar estos días con amigos y familiares que hacen una montaña de un grano de arena por algún pequeño problema que no pueden resolver como harían habitualmente debido a las limitaciones de movilidad del confinamiento, pero que por algún motivo que se me escapa, no se les ha ocurrido pensar que hay alguna solución alternativa, al menos para ir tirando… Uno no se puede quedar bloqueado porque las cosas no salgan según lo previsto, los que viajamos en moto lo sabemos y creo que hemos desarrollado una mayor capacidad de pensamiento lateral que el resto de los mortales; porque desde luego, no creo que seamos más listos.
Siempre regresamos renovados
Ya estemos viajando en moto o en nuestra rutina del día a día, inevitablemente vamos a sufrir contratiempos en algún momento. Esta pandemia es la mejor muestra de ello. Nadie contaba con ello, no hemos hecho nada para merecerlo, pero ahí está, y nos ha paralizado a todos; como en ocasiones ocurre cuando viajas en moto…
Puedes sufrir una avería, un accidente o simplemente perder parte de tu equipaje por no haberlo atado bien a la moto como llevas haciendo día tras día. El caso es que la vida sigue y nosotros con ella. En ocasiones sólo tendremos que deshacer parte del camino para intentar recuperar nuestras posesiones, otras veces tendremos que parar más o menos tiempo para recuperarnos de las lesiones y en otras, regresar a casa en otro medio de transporte, pero en todo caso, volveremos siendo un persona diferente a la que salió del garaje la última vez.
Creo que cuanto más se viaja, menos se transforma uno en cada viaje. Los grandes cambios vienen más en las primeras experiencias viajeras; por eso, a poco que te atrevas a viajar en moto cuando todo esto pase, estarás mejor preparado para afrontar otro confinamiento (que esperemos que no se repita nunca), pero también para afrontar los pequeños grandes retos de nuestro día a día.
Viaja en moto, hazlo en solitario de vez en cuando, no te obsesiones con un destino, sólo disfruta del camino, y descubrirás que los contratiempos del día a día pueden llegar a tener otra dimensión.