«Desde muy niño me entró la enfermedad de los viajes. Estudie Ingeniería Aeronáutica, pero muy pronto descubrí que me interesaba más utilizar los aviones que diseñarlos. Comencé a viajar cada vez a lugares y culturas mas alejadas. Fui socio fundador de la revista Cartographica. Participo regularmente en diferentes medios de comunicación, radios revistas, televisión contando mis experiencias. No viajo para coleccionar sellos en el pasaporte; sin embargo, he recorrido 1
70 países hasta el momento. Soy un apasionado lector y, si no estoy viajando lo que mas me gusta es tomar el aperitivo con mis amigos en antiguas tabernas de Madrid. Sueño con encontrarme en alguno de mis periplos con Corto Maltes».

En el mes de octubre de hace ya algunos años emprendí un precioso viaje desde Moscú a Ekaterinburgo a lomos de una moto Ural con sidecar. El viaje estuvo plagado de mil y una anécdotas y más viajando en esta clásica moto soviética.

En cualquier parada que hiciéramos en ruta, bien para echar gasolina, bien para reponer fuerzas o simplemente para descansar y estirar las piernas nos convertíamos enseguida en una curiosidad, éramos sin quererlo el mayor atractivo, mucha gente nos pidió hacerse fotos con nosotros, siempre accedíamos encantados. El viaje transcurría según lo previsto y sin apenas incidentes.    

Una de las ciudades por las que pasamos fue Izhevsk. Era temprano y nos dirigíamos tranquilamente hacia el Museo Kalashnikov, aunque no somos amantes de las armas no podíamos dejar pasar la oportunidad de visitar el museo dedicado al famoso fusil AK-47, esa arma que ha estado presente y todavía lo esta en la mayoría de los conflictos bélicos de los últimos tiempos. Su inventor Mijail Kalashnikov murió en 2.013 en esta ciudad.

La moto tenía matricula española y también llevaba una pegatina en forma de rombo con las letras ES, y por supuesto todos los papeles en regla pero sin apenas darnos y sin ninguna posibilidad de escapatoria nos encontramos saliendo de una rotonda y justo frente a nosotros un puesto de policía con varios agentes, y todo hay que decirlo, con ninguna cara de buenos amigos.

Nada más vernos, uno de los policías nos hizo gestos para que nos detuviéramos, estábamos absolutamente seguros que no saldríamos indemnes de esta parada, ya encontrarían los uniformados algún motivo para multarnos.

Se veía en su cara, se relamían solo de pensarlo, era como estar viendo un documental de naturaleza donde ves que el animal cazador se prepara pacientemente para lanzarse a por su víctima sabiendo que tiene el festín asegurado, el problema era que en esta ocasión las pobres victimas seriamos nosotros.

Con una impertinente parsimonia y unos andares chulescos dio una vuelta a nuestra moto, observándolo todo, mientras sus compañeros miraban expectantes a escasos metros de nosotros. Su primera pregunta fue si éramos estonios, se ve que las letras ES le llevaron a esa inteligente deducción, no, respondimos al unísono, somos españoles.

Fue oír esas dos palabras mágicas y todo cambio en un instante. El gesto iracundo y malhumorado del policía se tornó afable y hasta sonriente, todo había cambiado.

Un segundo después el policía levanto su brazo izquierdo, cerro el puño y mirándonos con un gesto pícaro y de complicidad exclamo en un correcto español, NO PASARAN, nos echamos a reír y también nosotros entonamos con fuerza el mantra salvador, NO PASARAN.

A partir de ese momento todo fueron risas y buen rollo. Nos explico que su madre había combatido en España como brigadista en la guerra civil española y que él de pequeño había oído muchas veces en su casa esa exclamación de labios de su madre. 

Enseguida nos presentó a sus compañeros, esos que hacía apenas unos minutos eran a nuestros ojos como aves de rapiña, se convirtieron casi por arte de magia, en unos simpáticos y joviales servidores de la ley. 

Todo acabo con risas, apretones de manos, alguna foto y deseos de buen viaje por parte e los policías. 

Si el NO PASARAN no impidió en su día el paso de las tropas nacionales a Madrid, al menos a nosotros si nos permitió seguir felices nuestro viaje.  

*Nota: Durante la Guerra Civil española (1.936-39) y ante el asedio que las tropas del General Franco estaban sometiendo a la ciudad de Madrid se hizo muy popular por parte del bando republicano el grito: ”No pasaran”, dando por hecho que el bando golpista nunca conquistaría la capital española.