Mariano Urdin. Para los que no me conozcáis solo deciros que me gustan las motos desde que nací, he sido piloto, mecánico, propietario de un concesionario, periodista del motor como probador de motos (actividad que sigo ejerciendo) y en general un enamorado de la vida, eso sí… ¡¡en moto naturalmente!!
Por iniciativa de mi viejo amigo y compañero Gustavo Cuervo, me pidió que le pasara algún relato para publicar en su página para vosotros, sus visitantes moteros y viajeros, para amenizar levemente nuestra reclusión por la pandemia. Me ha parecido una excelente idea, así que ahí va la mía.
He leído en algún “tumbaburros” la definición de hermano y dice más o menos que son personas que tienen los mismos parientes, aunque no necesariamente tiene que ser así pues pueden haber sido adoptados. También he leído que en la mayoría de sociedades los hermanos usualmente crecen juntos desde su niñez, pasan la adolescencia y juventud, por lo que pueden tener conflictos. Esta afirmación, la verdad es que me parece bastante triste, aunque puede no dejar de ser cierta. Afortunadamente en mi caso no es así y creo que no podría definir en una sola frase lo que es y lo que significa mi hermano para mí. Es un ser tan especial… que no sé cómo decirte, me dan mucha pena los hijos únicos que no han podido disfrutar de la figura de un hermano.
Nosotros somos tres, yo soy el mayor, luego mi hermano y la pequeña es la niña, el “ojito derecho” de mi padre, de mi hermano y el mío. Con mi hermano me llevo tres años, y se lo he dicho muchas veces: “Joe macho, tu eres tan bueno gracias a mí. Desde pequeño te inculque el espíritu de la competitividad y de superación porque siempre me querías ganar a todo, futbol, tenis, bicis, ping-pon, combates de espadas, pistolero, scalextric… y peleando. Te convertí en un gran luchador, ganabas a todos los niños de tú clase porque estabas acostumbrado a pelear conmigo”. Ya lo sé hermano, sé que me estarás eternamente agradecido y que me adoras, ¡yo a ti también!
Pero esta sección no es para hablar de nosotros, es una sección de motos, pero si quiero hablar de hermanos, quiero hablar de los hermanos Márquez. Igual que nosotros, Marc y Alex se llevan 3 años y unos meses, Marc nació en Febrero del ’93 y Alex en Abril del ’96, debieron de ir al mismo colegio de pequeños, como nosotros, seguro que su espíritu también era competitivo y en su casa se respiraba el olor a gasolina desde su más tierna infancia.
Marc y Alex nacieron en el seno de una familia normal, oriundos del pueblo de Cervera, un municipio de la provincia de Lérida, de unos nueve mil habitantes, que es la capital de la comarca de la Segarra. Su padre, Juliá Márquez y su madre Roser Alentá, colaboraban desde siempre con el Motoclub Segre en las competiciones que organizaban, principalmente de enduro, motocross y trial, él como comisario de pista y ella en la intendencia, preparando y repartiendo bocadillos a todo el que se lo pedía. Y así, en ese ambiente, crecieron los pequeños Márquez Alentá. Son gente muy normal (dejando a un lado el exagerado talento motociclista de los muchachos), sencilla, humilde y discreta. Juliá trabajaba como operario de maquinaria pesada de obras públicas y Roser como administrativa de una empresa de Cervera. Hoy se dedican a las carreras profesionales de sus hijos y en torno a ellos, han creado un núcleo duro que forman una gran familia muy unida y muy bien avenida. El expiloto y campeón del Mundo de 125 Emilio Alzamora, descubridor y manager de los Márquez, es parte fundamental de esa familia y ha logrado un entorno profesional muy cuidado, en el que la amistad y fidelidad de todos sus componentes son las bases fundamentales. Ingenieros, telemétricos, mecánicos, asistente, preparador físico… algunos de ellos están con Marc desde sus comienzos en el CEV hace más de doce años, todos forman una piña en la que no hay fisuras, dan lo máximo de cada uno y luchan junto a sus pilotos, que nunca decepcionan, por un objetivo común. Esa creo que eso es una buena parte y razón de sus éxitos.
Y ahora hablemos de agradecimientos y felicitaciones. En el 2019 los hermanos Márquez lo han vuelto a hacer, repitiendo la hazaña del 2014, conquistando cada uno el título mundial de sus respectivas categorías. Alex debutó en el Mundial en el 2012 en Moto 3 con tres carreras como wildcards, siendo su mejor resultado en Montmeló donde consigue la vuelta rápida de carrera y termina sexto. A mitad de temporada le ficha el equipo italiano Ambrogio Nex Racin, para sustituir a su piloto lesionado, concluye el mundial en la vigésima posición y consigue 27 puntos. En el 2013 hace la temporada completa con el Estrella Galicia y logra el honorífico título de rookie del año, termina cuarto. En el 2014 conquista el título. En Moto 2 le ha costado más, cinco temporadas, pero al final lo ha alcanzado. El talento de Marc es difícil de clonar, seguramente será irrepetible, pero como dice el patriarca de los Márquez, Alex es un motor diésel, duro, fiable, constante y al final con esfuerzo y trabajo, consigue sus objetivos.
Durante esta temporada he disfrutado mucho de todo el campeonato, prácticamente de todas las carreras, y me he fijado mucho en la actitud de los hermanos cuando están trabajando, sobre todo lo pendiente y protector que es Marc de su hermano pequeño, sobre todo cuando estaba bastante encauzado que Alex que se hiciera con el campeonato. Os tengo que recomendar que echéis un vistazo a un reportaje que ha producido DAZN, se llama “De campeón a campeón”, es buenísimo, como desmenuzan la temporada los hermanos dentro de una charle informal y como ejerce Marc de hermano mayor aconsejando a Alex que reconoce que cuando no le hace caso, mete la pata. Tengo frescas algunas imágenes, cuando Alex tuvo que salir en Jerez desde el pit-line y Marc se fue corriendo al final de la recta de boxes para recomendarle que tuviera cabeza. O en el GP de Inglaterra en Silverstone, Alex hizo la pole y Marc le dijo que le había visto muy enchufado, muy al límite, que fuera con calma en carrera. Alex le dijo que “tranquilo, lo tengo todo controlado…” y se fue al suelo cuando lideraba la carrera en la tercera vuelta.
Tampoco se me olvidan los saltos que daba Marc en Malasia cuando por fin Alex se adjudicó el título y detuvo la moto en el lugar de la celebración… diría que Marc estaba más contento que cuando ganó él mismo el título unas semanas antes.
Me encanta como se llevan estos hermanos, me siento muy identificado con ellos, son los mejores amigos y cómplices perpetuos. Además, las iniciales de mi hermano Alberto y la mía coinciden con Alex y Marc, ya se lo dije a mi chache, que nos tendríamos que haber dedicado a las motos, o al futbol, o al tenis… a veces jugamos al pádel de compañeros y no se nos da mal. Yo le cubro y le doy consejos como hermano mayor y él no me hace mucho caso y me da una buena charla cuando fallo, que es lo que hacen los hermanos pequeños, quejarse y meterse con el mayor jajaja…
Creo que la afición española al deporte del motociclismo y el deporte en general, tenemos que estar muy agradecidos a Rose y Juliá por haber engendrado, criado y educado a estos dos muchachos que están haciendo historia, con gestas que no han sido por casualidad, pero que van a ser muy difíciles de repetir. Entre otras cosas porque a partir de la próxima temporada ambos competirán en la misma categoría y en la misma escudería y solo puede ganar uno. No nos lo podemos perder.
Este artículo se publicó en el número 358 de la revista La Moto, que en el próximo ejemplar que saldrá en este mayo del 2020 cumple su 30 aniversario y desgraciadamente será el último. La crisis de las revistas de papel unida a la presente pandemia y la situación económica que se nos avecina, han sido la puntilla. Para un servidor, ha sido un placer y un verdadero honor, haber colaborado con esta publicación desde el número 1.