La depresión de Turfán es como una inmensa sartén, rodeada de desiertos, plana y por debajo del nivel del mar; es el lugar más alejado de cualquier océano del mundo, lo que supone que todo lo que está en su interior soporta temperaturas infernales todo el año y especialmente en verano. ¡Aquí hasta las montañas arden!
Si tuviera que definir con una sola palabra la jornada de hoy lo tendría muy fácil. ¡Calor!. Bien pertrechados de agua suficiente para toda la ruta, salimos de Hami con la vista puesta en un lugar del mapa que es realmente asombroso. La depresión de Turfán a 154 metros bajo el nivel del mar, rodeada de cordilleras, y un poco más grande que todo Aragón… un autentico horno.Partimos temprano y nada más dejar atras los verdores de Hami el “oasis de los melones”, entramos en un desierto áspero, rudo de montañas de fuertes colores , negras aquí, marrones allá, rojizas al otro lado a veces con franjas multicolores, todo un espectáculo para los geólogos.
En la fresca mañana el termómetro de la moto marcaba unos agradables 28 grados pero según descendemos en este tramo de 410 kilómetros el termómetro sube: 30 ºC, 35 ºC… La carretera está en obras, como todo en China, a veces se despliega en una autopista, nueva la G-30 mientras en otros tramos sigue siendo la sencilla G-312. Nosotros como Joan Manuel Serrat, que prefiere un bombero a un bombardero, elegimos una pista mejor que una autopista, así que a la mínima ocasión buscamos caminos por el desierto. El terreno es duro, cuajado de piedras/ grava en superficie y blando debajo, pero permite rodar aun con ruedas de carretera sin muchos problemas de tracción. Seguimos bajando en altitud, el termómetro sigue ascendiendo37, 38, 39 ºC… en las planicies entre cordilleras el sol derrite la vida. Apenas unas retamas puentean las laderas, por la carretera los rótulos son completamente indescifrables, aunque están escritos en dos idiomas; chino y uigur, la lengua oficial del Xinkianj, que cuando yo estudiaba bachiller, aun se denominaba el Turkestán chino y hoy es una de las republicas autónomas de China. Imagínate, por que leerlo es difícil: en chino 吐魯番盆地, o mejor en uigur تۇرپان ئويمانلىغى, Pues ahí lo que dice es: depresión de Turfán.
Agua, agua y más agua, hay que hidratarse y también protegerse, pues por cada resquicio de las mangas de la chaqueta el viento parece un soplete sobre la piel. En el cuello, bajo el casco mejor no mover la cabeza para evitar que las vaharadas de calor abrasen la nuez. A pesar de todo siento que me seco como una pasa, y más cuando aparecen de vez en cuando al borde de la carretera cientos de construcciones cuadrangulares llenas de ventanucos que se utilizan precisamente para secar las uvas y convertirlas en uvas pasas, el majar más preciado de Turfán. Aun descendemos mas, ya estamos bajo el nivel del mar, cuando el termómetro supera los 40 y los 42 y los 44 º C… Rozando los 45ºC alcanzamos las montañas llameantes. No es de extrañar que las antiguas caravanas de la ruta de la Seda pusieran semejante nombre a este lugar. Vistas desde la distancia y al atardecer las cárcavas de esta grandiosa ladera semejan llamas y con el calor que hace, no se hace difícil pensar que fuera cierto.
En hotel directo a la ducha, más de media hora de refrescante agua fresca antes de salir a cenar en la plaza principal de Turfán que me recuerda a la popular plaza de Djena el Fna en Marrakech y es que no en vano aquí también son musulmanes y los pinchos de cordero a la brasa son realmente exquisitos. Mañana habrá que levantarse temprano para acabar de bajar hasta el fondo de la depresión y después comenzar la ascensión. Hasta mañana.