Marcia Susaeta. Chile. Amo desde siempre viajar en moto, estos últimos años he viajado mucho junto a mi hija ya adolescente, soy empresaria chocolatera, y embajadora de grandes marcas como KTM y Motoaventura en mi país.Marcia es una de las más veteranas viajeras del continente americano, comenzó a competir en moto de campo a los 16 años, rompiendo moldes y llegando a ganar algunas competiciones. Viaja en moto desde muy joven. Entusiasta y muy apasionada, es una gran compañera de viaje. Por su casa de Santiago de Chile pasan multitud de viajeros a los que ella siempre está dispuesta a ayudar.
Todos tenemos anécdotas de viaje, algunas son un tesoro dentro de nuestros recuerdos más preciados, hoy quiero compartir una de las más especiales con vosotros. Generalmente son los momentos mas difíciles, aquellos que ponen a prueba mi tolerancia, resistencia física y mental, los que más me importan…Era el año 1995, estaba viajando sola por América del Sur en mi en Yamaha Teneré 600.A quinientos kilómetros de Santa Cruz en la sierra que se interna en la Amazonia Boliviana, he tomado un camino. Es más bien un sendero precioso lleno de vida. Hay pequeños monos, tucanes y papagayos curiosos que se cruzan por delante y por detrás de mi moto mientras voy pasando. Sin duda es una ruta extraordinaria; la única vía posible en este momento para poder cruzar a Brasil con tu vehículo; moto, coche o camión, son unos 900 km aproximadamente de offroad, por la Selva del Amazonas. El camino es de tierra con kilómetros de bancadas de arena, me cuesta mucho trabajo avanzar, las ruedas se entierran en la arena y el esfuerzo para continuar sin caerme me resulta inmenso. Tengo hambre, aquí las raciones de comida son escasas y no dispongo de mucho dinero…La moto se ha convertido en mi amiga, es mi confidente y aliada (¡uf!… si fuera posible hoy en día encontrarla y traerla conmigo nuevamente, lo haría). Una noche en la que no podía avanzar por las lluvias, tenia mi carpa (tienda de campaña) armada a orillas del sendero, en el espesor de la selva, cuando sentí que el piso comenzaba a vibrar como si fuera un terremoto. Pude oír el estruendo que produce la caída de árboles cuando el bosque se comenzó a abrir. A lo lejos unas luces en el camino que avanzaban arrasando todo a su paso. Rápidamente corrí a esconder mis cosas y sin darme cuenta me encontré de frente a los famosos traficantes de autos robados. Llevaban unos camiones con planchas llenas de autos robados destino a Santa Cruz, para su reventa. Me saludaron preocupados y amorosos. Estoy con un grupo de chilenos viajando_ mentí por mi seguridad, mis amigos andan por ahí dando vueltas con sus motos, ni tonta les iba a decir que estaba sola en esa parte de la selva. Se fueron como llegaron, rápidamente, no sin antes regalarme una buena dosis de agua, cigarrillos y comida. Ojalá les cambie el tiempo para que alcancen a salir. Más adelante está todo el pantanal inundado y ha bloqueado los caminos_ me informaron. Ciertamente era la realidad, estaba a pocos kilómetros del Mato Grosso do Soul. Estaba viviendo lo que siempre había soñado, pero si no me avispaba mi desafío terminaría aquí. Paso la noche y me puse en marcha de nuevo. Tras algunas horas de ruta, el camino comenzó a estrecharse hasta cerrarse completamente. Los camiones y su pesado tránsito, habían convertido el sendero en un charco de barro intransitable que a duras penas pude cruzar. Tras varios días luchando con el barro, una mañana descansando junto a la orilla de la complicada pista encontré una gruta. Estaba semi oculta entre unas rocas. Era la Virgen del Carmen. Cuando pude adaptar mi vista a la penumbra de su interior no podía creerlo; las paredes y el techo estaban llenas de hilos de donde colgaban billetes de todos los colores y tamaños. Jajaja_sonreí para mis adentros_ bendita seas virgencita te voy a pedir prestado un poco de dinero para salir de esta selva y de esta lluvia maldita, voy a meter mi moto y a mi en un tren. Una vez con el dinero en mi bolsillo, un poco avergonzada y dando las gracias a la Virgen del Carmen todo el rato, tan solo me faltaba llegar al pueblo mas cercano; ir a la estación del tren y tratar de hacer los trescientos kilómetros que me quedaban dentro de un vagón de tren. Entonces conocí a una familia muy particular, con la que aún hoy mantengo el contacto y un lazo para toda la vida. Alan era un tipo de unos 27 años, flaquito, muy alegre y generoso que vivía con una preciosa mujer de rasgos morenos, que fácilmente podrían haber sido modelo de cualquier pasarela. Ellos me tendieron una mano y decidieron llevarme a su casa hasta que habilitaran los caminos nuevamente o pudiera tomar el tren…
Una mañana, después de haber lavado en el río a Bandida (nombre de mi moto), me dijeron que habían conseguido espacio en el tan preciado vagón de tren. Marcia, esto es un arreglo entre el maquinista y tú, nadie más debe enterarse, me apuntó Alan. Y así fue como a la llegada del tren esa noche, me pusieron un tablón de un poco mas de dos metros de largo al borde del vagón. Tienes 10 minutos para subir la moto, dijo el maquinista. Casi me muero, pocas veces en la vida he sido tan determinada, era eso o quedarme varada hasta que pasaran las inundaciones que duraban varios meses. No quería sufrir más la arena, el barro o los insectos. Nunca había deseado tanto en mi vida, volver a ver el asfalto. Logré subir la moto al vagón andando sobre ese tablón de madera que casi se partía en dos de lo podrido que ya estaba. Una vez arriba, mi amigo Alan me ayudo a amarrarla con cuerdas.Cerraron las puertas y me quedé de nuevo sola. Con la escasa luz de mi linterna arme la carpa dentro de mi vagón y me dispuse a dormir. No habían pasado más de dos horas cuando el tren se detuvo, era la estación de San José de Chiquitos. Subieron a el tren al menos unas 20 personas al menos. _ ¡Uf ! menos mal que estoy dentro de la carpa_pensé_así no sabrán que soy una mujer y que estoy sola. Pero para sumar a mi lista de locuras, cuando aún no había pasado ni media hora, escuché unas voces de hombre: chileno, chileno, ¿está ahí?, su moto se ha soltado de las amarras y esta a punto de caer. Yo me decía: Marcia no salgas, que ellos amarren la moto y que piensen que en la carpa no hay nadie, pero para mi mala suerte la moto se cayó en ese momento y uno de ellos abrió la carpa para ver si había alguien. Sonriendo me dirigí a él_ amigo, perdone, pero me asusta salir de mi confortable habitación y exponerme ante ustedes, el hombre de tez trabajada, que mascaba coca con un overol de color café y gorra que lo hacia parecer al Che, me dedicó una una larga una sonrisa…_¡No se preocupe usted!, somos miembros de la iglesia, trabajadores del campo, tomamos este tren para regresar a casa cada semana. Ese fue uno de los momentos más importantes que he vivido.Cuando una viaja sola, el peligro está en todas partes, a cada momento, en la cara inocente de algunas personas o lugares y no necesariamente en aquellos que así lo parecen. Yo soy valiente y seguro que tengo un par de tornillos sueltos, pero nunca voy a poder decir que deje de vivir por miedo….El pasado año, regresé hasta San José de Chiquitos con mi amiga Alicia Sornosa en nuestras monturas. Reconocí, sobre un asfalto impecable, el camino que años atrás había hecho con mi moto. Llegué hasta la gruta de la virgen, a la que agradecí su ayuda, devolviendo el dinero que tomé prestado 25 años atrás.