Tiene tantas connotaciones románticas la palabra nómada que se usa como titular para cualquier viaje, aunque sea de ida y vuelta, con fecha cerrada, partida y destino en el confortable hogar. El tiempo necesario para volver a recaudar los fondos para empezar otro viaje al que colgar el evocador nombre.
Ayer cayó en mis manos el libro de Pablo Alcalde Subías, Crónicas nómadas, donde, de verdad, toma esta palabra su real carta de naturaleza. No es un libro de viajes en moto, aunque los haya. Transcurren además estas rutas y experiencias por lugares que muchos autodenominados intrépidos exploradores ni siquiera se atreven a mirar en Google Map y para honor de Pablo y sus amigos, ( Víctor, Álvaro, Topo y Álvaro ) realizadas sobre Vespa, hace más de 40 años. Pero ya digo, no es un libro de viajes en moto, pero sí de un nómada solidario. Libro que recomiendo a todo aquel que de verdad tenga interés en conocer las realidades de los mundos actuales o de nuestro reciente pasado. Lugares del planeta golpeados por las guerras, las miserias y los despiadados azotes de la naturaleza.
Conocí a Pablo hace mas de cuatro decenios en una habitación de un piso de Madrid donde, convocados por Enrique Marabini, mediante un anuncio en la revista Motociclismo, se acumulaban revistas y reportajes de viajeros y viajes. La idea era organizar aquel maremágnum de papeles, de forma que fuera fácilmente accesible la información a todos aquellos que quisieran preparar sus aventuras por el mundo. No es que no hubiera Internet, es que no había ni teléfono móvil. Era por tanto una oportunidad excepcional de saciar nuestras ansias de información, al que acudimos como moscas al pastel de rica miel.
Allí conocí a Pablo, el talento organizador de un grupo que preparaba un viaje por Latinoamérica sobre Vespa. Periplo que realizaron y también repitieron por África, en varias ocasiones y con diferentes destinos. Siempre mucho mas allá de las carreteras y pistas mas trilladas y conocidas, aun actualmente. Sus encuentros con las tribus y poblaciones apenas contactadas, la vida en los asentamientos provisionales y las aldeas remotas, incitaron en Pablo una actitud solidaria, comprometida. No tardó en enrolarse y hasta fundar diferentes proyectos humanitarios, en los que invertiría sus esfuerzos y conocimientos durante los siguientes decenios, como un verdadero nómada. Sin descanso, por los cinco Continentes.
El libro que acaba de publicar esta formado por 62 relatos cortos, a veces muy cortos, que apenas leerás en un par de minutos, pero todos te dejarán poso, tocarán tu alma y aprenderás mucho sobre el mundo real, mas allá de los edulcorados y fantasiosos relatos de falsos autodenominados nómadas.
La realidad y dureza de la vida te salpica en la cara cuando las letras componen frases como: “Que cierre los ojos hijuelagranputa” con un cañón empujando su sien. O la de la madre que le confiesa llorosa que la guerrilla se llevó a su niña, de apenas 14 años, la misma adolescente que le había amenazado apenas hacia unas horas con un fusil AK y las granadas colgando del correaje. O este otro fin de capitulo en Liberia. “no se puede ir a la guerra y pretender no derramar ni una gota de sangre. Sobre todo si es para salvar la vida de un puñado de niños famélicos”.
Alcanzar playas idílicas y desiertas en Brasil, subir a cerros andinos superando los 5.000 metros de altitud, estrechar la mano de un sanguinario terrorista para que deje seguir trabajando a los médicos y cooperantes o entrenar la paciencia en los pasos entre Israel y Palestina fueron experiencias vividas y contadas en este libro. Relatos de muchas otras más, y de todo tipo, con el fondo común de la propia vida, sin heroicidades de cartón piedra, ni pataletas fingidas ante la cámara. Solo cruda realidad con los únicos testigos de los nativos y los compañeros de alegrías y lamentos.
Mientras muchos lavamos nuestra conciencia con algún donativo, (que no olvidamos anotar en nuestras correspondientes declaraciones de renta para desgravar, al igual que los mandatarios de turno; solo que ellos lo hacen vía presupuestos también con nuestro dinero), Pablo fue un ejecutor de primera línea. A pesar de vivir y escribir sobre muchos de los espacios mas desfavorecidos, miserables y violentos de nuestro mundo no es un libro que transmita tristeza, tampoco resignación, ni rabia. Es un libro lleno de amor por la vida en sus múltiples humanidades.
Gracias por recordarnos las múltiples caras de un mundo real, gracias por ayudar a tantos anónimos seres humanos sin más interés que el del puro altruismo.