Alfredo Partida Lafuente, Responsable de contenido de la revista Moto1pro, se define como motero desde la cuna.«He pasado muchos kilómetros como pasajero antes de ponerme a los mandos«.

Mi evolución motera ha sido: Motocross, Ciclomotor, Enduro, Deportiva R, Naked, Scooter y ahora llevo una Trail. También soy un apasionado de la tecnología, sobre todo aplicada al mundo de la moto y en mi tiempo libre le doy a la bicicleta de montaña.

Salgo del garaje y me percato de que la moto está en reserva… pero como soy el típico motero que suele apurar el depósito de gasolina, convivo con el testigo de la reserva sin agobios, así que me dirijo a la autopista con el pensamiento _en la próxima gasolinera paro…_

Los kilómetros pasan y veo que el ordenador de a bordo me marca 5 kilómetros de autonomía, por lo que decido parar a repostar. El surtidor es de prepago; paso dentro y pago 20 euros.

No soy muy amigo de las estaciones de servicio en las que tienes que echarte la gasolina, por el incordio que supone entrar en la tienda y tener -normalmente-  que quitarse el casco para pasar por caja pero la necesidad apretaba así que vuelvo a la moto, arranco… y me voy.

Pasados unos kilómetros me fijo en que la luz de la reserva sigue encendida y pienso _tardará algún tiempo en apagarse_… pero los kilómetros pasan y comienzo a preguntarme…

_¿He echado gasolina? ¡¡¡Noooooo!!!_

¡Había pagado pero no había llenado el depósito! Miro el marcador y llevo ya recorridos 7 kilómetros con alcance “0”. Encima la circulación es densa por accidente y en ese momento veo que me voy a quedar tirado en la cuneta… así que activo los warnings y empiezo a circular a bajas vueltas y en marchas largas para intentar consumir lo mínimo posible.

Cuando llevo 17 kilómetros “extras” diviso un cartel de gasolinera… _Uffffffffff, al límite_  casi lloro de la emoción. Esta vez lleno el depósito primero, pago después y sigo el plan inicial: disfrutar de unas curvitas por carreteras habituales. ¡Al final había recorrido 20 kilómetros en modo “0 km”!

De vuelta a Madrid decidí volver a la primera gasolinera y nada más entrar, me comenta el responsable que se dio cuenta que no había echado la gasolina y salió corriendo a pararme.

_Ponte en el surtidor que quieras y llena el depósito, no hay problema_ me dice.

Vaya_me sorprende su amabilidad_ ¡Qué tío más majo! Me deja echar la gasolina ya pagada y no utilizada y encima me devuelve los euros no consumidos. ¡Chapeau!  ¡Eso sí que es espíritu navideño! Desde ese día, siempre que voy por la zona, paro allí a repostar.

Un detalle así no se olvida… aunque he de reconocer que ya no apuro tanto la reserva