Montse Pérez, @Derutaconmontse. Soy una motoaventurera con el síndrome del viajante intrépido: adoro conocer lugares nuevos, descubrir otras culturas y sobretodo, compartirlas con todas y todos vosotros a través de sus fotografías, vídeos o una charla en un café. Soy una chica del 95 que conduce moto desde 2015, siendo una BMW 700 la primera. La pasión de montar en moto me viene por romper estereotipos y demostrar que una mujer es capaz de cualquier cosa, incluso de llegar a Mongolia, a lomos de una BMW de más de 200kg.
Las ganas de aventura nunca se me quedan cortas, viajo siempre sola porque »nunca se va solo, tú mismo eres el mejor acompañante que puedes llevar para tus viajes». He viajado por muchos países pero nunca tengo suficiente, estoy deseando conocer mi próximo destino, ¿te vienes?
Este relato es una parte del viaje de Montse por Mongolia, puedes ver sus videos aquí.
Me desperté en medio de la noche, el frío tuvo la culpa de ello, eso y un ruido como si de una puerta se tratase. Recordé que al llegar al guer, unos pequeños ratones vergonzosos invadieron mi habitación, o quizás fui yo la que los invadí, pero se escondían en los bordes de la Yurta tras verme.
Hacía tanto frío que me costó volver a pegar ojo, sobretodo pensando en si la moto encendería nuevamente tras aquella noche fría y la batería prácticamente agotada, a pesar de que la tarde anterior probé que arrancase con un coche para saber si era otro problema distinto.
Me quedaban unos 300 kilómetros para llegar a mi destino final, Biskek (Kirguistán) y justo me iba a quedar tirada… así tenía la cabeza, dándole vueltas a cómo salir de la situación en la que me encontraba. Cerré los ojos y conseguí volver a conciliar el sueño.
Me despertó un ruido de campanas y unos mugidos, me levanté y salí fuera a mirar. La moto estaba en el mismo lugar que anoche y una vaca estaba comiendo a su lado tan tranquila. Vi que el resto de personas que dormían en otras Yurtas estaban empezando a recoger para marcharse.
El día anterior, había conversado con ellos durante la cena, eran unos turcos que estaban de ruta guiada por el país y me ofrecieron montar a caballo con ellos y me contaron infinidad de historias sobre su país.
Congenié mucho con una mujer de rasgos árabes que me contó la difícil situación que estaba pasando tras la separación con su marido, estaba en una religión que volvía a ser difícil casarse de nuevo…Pero estaba muy feliz porque se sentía muy bien sola.
_¡Buenos días!_dije en inglés a todos, saludando.
_¿Cómo has dormido? ¿Has pasado mucho frío?_me preguntó una de las chicas
Asentí con la cabeza aunque mi mente seguía pensando en la moto. Fui en busca de las llaves y me dispuse a arrancarla pero tras encenderse la pantalla, lo único que ocurría es que se apagaran todas las luces en vez de encenderse.
Sí, iba a necesitar ayuda para poder arrancarla. Me preocupó que no tuviera suficiente gasolina para llegar de una tirada, sin apagar la moto, sin parar a repostar.
_He pasado la noche junto a unos ratoncitos muy simpáticos y a pesar de las cinco mantas, he pasado mucho frío. Y mi moto sigue sin encender_dije en inglés al grupo.
_No te preocupes, ven aquí, toma un té con nosotros y ahora le pedimos a alguien que lleve pinzas que la arranque de nuevo_me dijeron, y continuaron hablando en turco entre ellos.
Tras ese té, el mismo chico que el día anterior arrancó mi moto, se ofreció a volverlo a hacer sin coste alguno, de hecho llevaba una gorra de BMW y me dijo que era muy fan de la marca. Mientras él encendía mi moto, yo iba recogiendo todos los bártulos para cuando pudiera cerrar el sillín una vez acabado, poder colocarlo todo.
_¡Arrancó! Arrancó! ¡Qué feliz que soy!_dije mientras el chico se reía y me daba la mano. _Gracias, muchas gracias _le dije con toda la felicidad del mundo
_De nada, bienvenida a mi país_me dijo agradecido
Coloqué todo en la moto y me dispuse a arrancar; a irme quería decir. Me despedí de todos y les di las gracias, y puse rumbo a Biskek por unas carreteras de montaña, ascendiendo y descendiendolas, avistando la nieve, humedad y niebla en ocasiones, otros vehículos que no eran motos.
Hasta que tras relajarme saltó el chivato de la gasolina…
_¡Mierda!_ grité dentro del casco_no llego al hotel con la gasolina que me queda_dije con los dientes apretados.
Estaba en medio de una ciudad, o eso creía, circulaban muchos coches en multitud y de manera un poco agresiva, me recordó al caos de Marrakesh y entre los apestados y contaminantes humos que generaban los coches, avisté la primera gasolinera.
Decidí parar sin apagar la moto pero mi «super nueva BMW» es keyless; eso quería decir que para abrir el depósito de gasolina, debía apagar el motor… Me arriesgaba a volverme a quedar tirada de nuevo, así que me bajé de la moto y tuve una genial idea.
Me acerqué a la pequeña tienda:
_¿Tenéis un arrancador de baterías, pinzas?, tengo que repostar pero si apago la moto quizá no encienda_ije en inglés, acompañado de gestos como si estuviera representando un cangrejo
La señora negó con la cabeza, no sé si porque no me entendía, pero no había ni pinzas ni nada que pudiera encender mi moto, así que me dispuse a subir de nuevo para irme mientras entraba un coche en la gasolinera.
_¿Pinzas, tienes pinzas? ¡Mi batería murió!_grité a través del casco al señor que acababa de parar en el surtidor de al lado.
El señor bajó de su coche, abrió su maletero, rebuscó entre sus cosas y me negó con la cabeza. Me había entendido, pero no llevaba con él. Noté que contra más cerca de la ciudad estaba, menos gente con arrancadores encontraría.
El señor que arrancó mi moto en las yurtas, me dijo que todos por ahí llevaban, lo que no me dijo es que en la ciudad iba a ser más complicado.
Le di las gracias y prové en tres gasolineras más, sin éxito, por supuesto. Así que decidí volverlo a intentar por última vez. Estaba desesperada, hasta que tras pararse un chico joven con un coche de los años 80 al lado del surtidor y preguntarle si llevaba pinzas, representando al magnífico cangrejo su respuesta fué:
_Of course_dijo feliz.
_¿Cómo que of course?_ pensé que era la novena persona a la preguntaba _¿de verdad?_dije esperanzada_muchas gracias, voy a apagar mi moto, repostaré y te pediré que me la vuelvas a arrancar_confirmé al chico.
_Sin problema_me dijo
Apagué mi moto, pedí a la dependienta que activara el surtidor y reposté. Mientras el chico me miraba, creo que intentaba averiguar de dónde era, aunque sabía que por la matrícula pertenecía a Europa.
_Soy de Barcelona, España_le dije.
_Oh guay..¿sola?…¿Y tu marido?_me preguntó.
_Sí, sola, él está trabajando en España, yo de vacaciones_le dije con un inglés simplificado para que me entendiera.
Saltó el límite de gasolina y colgué la manguera. Fui a pagar aquellos casi 15 litros que le habían entrado a la moto con 600 SOM, que venían a ser unos 7€ aproximadamente. Regresé a la moto y el chico estaba con las pinzas conectadas a su coche.
_Un momento, voy a probar de arrancarla_le dije.
Tras darle al start a la moto, le di al botón de encender y ¡sorpresa! Arrancó a la primera. Supongo que los km que le hice sirvieron para regenerar un poco la batería y eso hizo que arrancase.
Le di las gracias al chico, apagué la moto y me dispuse a comer allí mismo, un bocadillo de gasolinera que me sabía a gloria, pensando en que si encendió, debía de volver a encender de nuevo para irme; y así fué.
Toda aquella preocupación para que al final la batería medio descargada, no me dejase tirada hasta el último hotel del viaje hacia Mongolia.