Me llamo Agustín Santos, todo el mundo me conoce cómo Guty y este pequeño relato desde el confinamiento es un recuerdo que me viene a la memoria tirando de recuerdos ahora que no podemos dar gas, más que con la mente.

    El caso es que ahora más que nunca me acuerdo de este hecho porque he recibido un esperado, aunque no deseado correo de la Britain´s ferry en el que me comunican que nos cancelan el viaje que teníamos programado para el próximo día 10 de Mayo que nos llevaría de Bilbao a Rosslare (Irlanda) para tratar de seguir las huellas de los Náufragos de La Felicisma Armada en 1.588 haciendo coincidir la fecha con las carreras de la North West 200 que por supuesto también han anunciado que serán pospuestas, supongo que porque cancelar suena demasiado derrotista.

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    Este viaje se gestó en el Ferry de vuelta que marcaba el final del viaje de tres amigos a la Isla de Man a ver las carreras del Tourist Trophy hace ahora 10 años. En el hicimos la promesa de volver 10 años más tarde y aunque había cambiado uno de los componentes y también el destino, al menos yo lo consideraba cómo una segunda parte.

     El caso es que cuando realizamos el anterior viaje en el 2010, a mí me gusta mucho caldear el ambiente del viaje y suelo preparar una información previa al mismo que imprimo y envío a los participantes.  También le pongo nombre al viaje (cosa que nunca he hecho con mis motos.)

      En ese momento acababa de leer la épica aventura de Sir Ernest Shackleton y su expedición Endurance que partió de Inglaterra con el objetivo de alcanzar el Polo Sur; quedaron encallados en medio de los hielos durante meses y tuvieron que refugiarse en la isla Elephant sin apenas comida. Padecieron vientos polares, lluvias incesantes y decidió acometer una de las mayores locuras de la historia; navegar junto con cuatro de sus hombres en un bote de siete metros a lo largo de mil trescientos kilómetros en mar abierto, en medio de holas de más de 15 metros hasta que consiguió llegar a la isla de South Georgia para pedir ayuda.  Consiguió rescatar al resto de sus compañeros cuatro meses después y ni uno solo murió en los dos años que duró la expedición. Su nombre quedó grabado en el apasionante mundo de los exploradores de la tierra.

      Cómo no podía ser de otra manera comencé mi alegato con la famoso anuncio que Shackleton publicó en The Times en 1913 en la que traducida decía:

Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo, frío extremo, largos meses de completa oscuridad, peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito.

     El caso es que además de mi frikez el viaje cuyo recorrido era: Salamanca-Santander-Plymouth-Liverpool-Douglas-Liverpool-Londres-Plymouth-Santander- Salamanca, poco o nada tenían que ver con la épica expedición, hasta que en Londres sucedió algo….

    En el viaje habíamos programado una parada de 3 dias en Londres a la vuelta de las carreras por que Angel, uno de los compañeros de viaje,  había vivido más de 10 años en la ciudad  y era una oportunidad única  para ver Londres  desde otra perspectiva. 

     Uno de los días en los que nuestro compañero de viaje nos enseñaba los entresijos de la ciudad paramos frente a un edificio Victoriano que albergaba una de las famosas Sociedades londinenses, que eran unos club privados en los que se daban cita los hombres a fumar, beber ginebra y relatar sus viajes además de tratar asuntos científicos entre otras cosas . Hoy en día siguen vigentes y siguen teniendo una importancia cómo tradición en la sociedad, de tal manera que  si eres miembro de una de estas Reales Sociedades así lo haces constar en tu tarjeta de visita. El caso es que habíamos parado frente a esta porque Ángel había pertenecido a una de ellas y le apetecía invitarnos a que la viéramos por dentro.  Nos encontrábamos con dos problemas uno que cómo hacía años que ya no vivía en Londres no estaba al corriente de pago de la cuota y otra que ese día de la semana era el que tenían de descanso. Nuestro amigo no tiró la toalla y vimos que unos operarios metían cosas por la puerta de atrás y se dirigió a quien estaba atendiéndoles y le explicó que veníamos de España, etc…. el caso es que logró hablar con el encargado y para darse más importancia dijo que veníamos estudiando la Expedición de Sir Ernest (mucho mejor que decirle que veníamos de ver carreras de motos) y a este se le iluminaron los ojos.

     No solo nos dejaron pasar por la puerta de atrás si no que nos llevó a una sala y después de un buen rato de espera nos sacó una caja que contenía objetos originales de aquella expedición, entre otros uno de los gorros para protegerse del frio que había diseñado su amigo Burberry, guantes, etc… además de un montón de fotografías,  todo original. Intentamos darnos la importancia que el momento requería y empezamos a hablar entre nosotros cómo verdaderos estudiosos en Español, menos mal que no nos entendían y pasamos por eruditos en la materia.

     La experiencia fue increíble, el hecho de poder visitar una de esas cerradas sociedades londinenses y además que fuera aquella en la que se encontraban esos objetos fue una de esas casualidades que solo se dan viajando por el mundo y dejándote llevar.

     Los protagonistas de este viaje Angel, Julián y un servidor Guty. Las motos una Honda Varadero una Honda CB750 y una BMW K1200 LT.