Hoy fue un dia duro. Quizás se podría decir que muy duro, pero es que en este territorio extremo del Tibet siempre esixte la posibilidad de que sea aun mucho más complicado todo. El día comenzo con lluvia. Partimos de Qumalai con una lluvia fina pero constante que había dejado la pista en condiciones que parecian buenas, pero los tramos de arcilla son muy traicioneros y había que andar con  cuidado. Afortuandamente para esta ocasión, la mitad de la pista ya estaba asfaltada, así que de tierra serian algo mas de cien y el resto por asfalto nuevo, eso si empapado hasta el cruce con la carretera principal Xining -Yuhub. Tenía la esperanza de que fuera un frente lluvioso ligero pero en el Tibet nada es pequeño, solo el hombre y sus pensamientos, y en lugar de aclarar se puso a nevar. El termómetro rondando siempre los cero grados y la sensación térmica de muchos menos, atravesando un paisaje desabrido, triste, en ocasiones invadido por la niebla de unas nubes que no son capaces de remontar los mas de 4800  metros de altura de varios de los puertos que tuvimos que superar. En la ruta principal la cosa no mejoro mucho, osea nada. Más ancha eso sí, pero con tramos rotos y otros de pista que se hicieron francamente duros por el frío y la escasa visibilidad, a lo que en esta ocasión había que sumar un intenso tráfico de camiones. Es de esos ratos en que pides que la moto no se pare, que todo siga funcionando y que ningún vehículo o animal le de por cruzarse en tu camino sin el margen suficiente para esquivarlo.  Al final llegamos a nuestro destino programado pero el hotel que habiamos reservado nos lo habían ocupado, asi que tuvimos que buscar otro, tarea nada fácil. La alternativa de continuar hasta el siguiente pueblo a 90 km y sin seguridad de alojamiento, no era nada halagüeña. Si no encontrabamos allí tendríamos que hacer otros 160 km mas y se haría de noche, mal asunto. Tuvimos suerte y encontramos un modesto hotelito aunque nuevo y hasta con baño en la habitación, cosa poco frecuente por estos lugares, incluso con Internet. Al final fue un día afortunado.

Angel Leal: Empiezo el día con dolor de cabeza por la altura, he dormido mal. Salgo a la calle y me viene a la mente los pueblos del lejano oeste americano aquellos de los pioneros que buscaban oro. Nos ponemos los chubasqueros y arreamos. La lluvia no cesa hasta que se convierte en aguanieve. Avanzamos hasta  medio dia. Antes de subir uno de los últimos puertos le comento a Gustavo:» Yo creo que mas frío no hará, ¿no?  -Yo creo que no. Pues en el puerto mucho mas frío, mas que en mi viaje a Pinguinos de hace ya unos cuantos años. Francamente ha sido un día muy duro, de los mas duros que recuerdo en mi vida.