Viaje realizado en Mayo 2008 con Ricard Tomas, y Sebastián Alvaro, fundadores de China Tierra de Aventura. (www.chinatierradeaventura.com) motos BMW F-800 GS.
LA GRAN MURALLA
Por fin llegaron las motos, tres días de retraso nos obligaran a apretar aun mas un programa de viaje ya complicado desde la misma teoría, pero así son las cosas en este país donde la complicación es norma y la improvisación para solventar inconvenientes moneda que siempre has de tener en grandes cantidades en tu bolsillo. ¿Porque llegaron con tres días de retraso, cuando según nos decían estaban solo a 20 km el primer día a 10 km el segundo y por fin llegó el tercero? Al final conseguimos entenderlo, el camión que las trasportaba desde Xining estaba retenido en la kilométrica fila de vehículos industriales que revisados uno a uno esperaban durante días su entrada en la zona metropolitana de Pekín. Las Olimpiadas en China más que abrir el país al mundo de momento ha servido para bloquearlo, especialmente la zona de Pekín y todas aquellas regiones y ciudades por donde ha pasado o pasara la antorcha olímpica. Controles y más controles, revisiones, comprobaciones… todo lo que tenga que ver con los Juegos Olímpicos y pueda tener una repercusión informativa internacional es mirado con lupa para dar buena imagen, otra cosa es que todo se bloquee formado una fila de camiones en la autopista que cuando nosotros conseguimos salir alcanzaba ya los 150 km. Si, si, ciento cincuenta kilómetros de camiones uno tras otro en doble fila detenidos durante no menos de cuatro o siete días, así que podemos pensar que hemos tenido suerte.
Cargamos los vehículos revisamos la motos que lucían fantásticas frente a la Gran Muralla, pero aun había que hacer algunas cosas singulares mas. Ponerles su matrícula china y el numero de motor ¡no puede ser que no tengan numero de motor! así que nuestro ingenioso amigo mecánico chino Mr. Dong, al que pronto bautizamos como Pepe por tener cara de tal, grabo unas plaquitas metálicas con los números de chasis que incorporadas con pegamento a una parte plana del motor servirían para tener los obligatorios números que coincidían con la numeración que se mostraba en la documentación china.
Ya esta, podíamos partir, neumáticos, tiendas, bidones, todo cargado y en marcha. Tras las fotos y los planos de rigor en la Gran Muralla enfilamos la autopista rumbo este. En el área de Pekín es la única, con la provincia de Xinkianj que sepamos, en la que dejan circular motos por las autopistas. Es más, en Shanghái no las dejan ni subir a los pasos elevados y me parece que el argumento es lógico. Las motos aquí son vehículos de pequeña cilindrada dedicados fundamentalmente al transporte de cargas ligeras o de personas humildes y su limitada velocidad y aceleración seria un problema más añadido al habitualmente caótico tráfico de las supuestas vías rápidas de comunicación.
Calor, humedad, trafico, las condiciones no eran las idóneas, para colmo todas las motos muestran encendido el testigo de temperatura de agua y aceite a la mínima que dejamos de rodar a buen ritmo así que sospechamos que alguien, en algún lugar antes de que fueran metidas en el avión en Madrid debió de vaciar los líquidos siguiendo escrupulosamente las normas de transporte aéreo. Pero todo da igual son incidencias menores que no pueden borrar de nuestra cara la satisfacción de ser los únicos afortunados de disponer del último modelo trail de BMW en la Gran China. Y más aun, en el horizonte mucho más allá de los cientos de kilómetros que se empeñaba en mostrarnos el mapa, ya se adivinaba el desierto del Gobi. Sus dunas nos llamaban como un canto de sirenas.
DEL RIO AMARILLO AL CUCHITRIL
Nos está costado mucho llegar hasta las dunas, pero mucho de verdad. Primero un largo y pesado viaje hasta la capital de Mongolia interior, Hohot que en contra de lo que uno imagina es una hipermordena ciudad poblada de singulares y artísticos rascacielos que luce muy bella por la noche y esplendida por el día, con sus grandes avenidas y amplios parques. Quien pensaría que estas tierras de Genghis Kan sutituiria las yurtas de los nómadas mongoles por tantos y tan esbeltos edificios.
Nuestro ritmo de viaje está limitado por la velocidad, pero sobre todo por la autonomía del quad de Antxon que nos acompaña, para colmo empieza a dar tirones y se para repentinamente, aunque luego arranca repentinamente, sospechamos que le falta entrada de aire al depósito, también que tiene algo de suciedad en los tubos de admisión de gasolina, la verdad nunca llegamos a saberlo. Cruzamos el rio Amarillo, un gran cauce que como dice nuestro querido catedrático Eduardo Martínez de Pisón parece que no tiene las cosas nada claras. Primero va hacia el este después al norte, luego otra vez al este y a continuación hacia el sur y por último enfila directo al mar de la China cruzando la zona más poblada del gran país asiático. Es una gozada viajar con un geógrafo de la calidad de Eduardo, las montañas, los valles, barrancos y desfiladeros cobran una nueva dimensión cuando te explica sencillamente su formación que además siempre adorna con alguna leyenda o verdadera historia de los habitantes de esta tierra. Lo dicho un privilegio. En una de sus “clases” en la que nos comenta el por qué del color de las aguas, del rio, me decido a seguir paralelo a un barranco. Aun no hemos puesto las ruedas de tacos pero mi ansiedad de salir de “lo negro” no puede aguantar. Bajo y bajo casi hasta el cauce pero a la hora de dar la vuelta compruebo que el neumático de carretera no tiene prácticamente nada de tracción en estas tierras blandas. Consigo arrancar cuesta arriba y me meto directo en un campo de labor abandonado del que solo quedan los profundos surcos. No queda más remedio que dar gas y gas y superar el tramo cual si fueran bumpiess enlazados de un supercross. La BMW GS 800 los supera sin problemas, haciendo gala de una suspensión digna de una buena enduro. Viene a mi cabeza la pregunta más veces formulada por los entendidos en esto de los viajes aventura. ¿Por qué esta nueva moto y no una archiconocida y fiable GS 1200? Basta con ver las imágenes que de este tramo capto Toñin con su cámara, para comprobar que una pesada 1200 con su telelever, no habría podido superar fácilmente este complicado terreno rizado, ¡y con ruedas de carretera ¡Cada vez estoy más convencido que la elección ha sido acertada.
Cae la noche y repentinamente el quad de Antxon dice basta. Una nube de humo blanco delata que ha fundido la correa. El escape ya cayo el segundo día roto por el codo, ahora ya no podrá continuar. La cara de Antxon es de pura decepción, no ha podido llegar hasta la arena del Gobi. Ya es noche cerrada y hacemos una célula que dicen las fuerzas de seguridad, envolviendo al quad y el coche que le arrastra entre las motos con las luces de emergencia encendidas. El tráfico de camiones es intenso y alucinan de ver semejante festival de luces por la carretera, la mayoría ni se dan cuenta que en el medio de tal “folklore “viaja un quad, imposible de matricular en china, conducido por un minusválido y rodeado por motos únicas en el país.
Setenta kilómetros y alcanzamos una población que apenas es un diminuto punto en el mapa, esta vez el hotel será una casa de citas. Nos damos cuenta cuando entramos en las habitaciones decoradas con posters alusivos, pero no hay otra cosa, son las 12 de la noche y lo bueno es que al menos esta noche, ninguna pareja de chinos se empeñara en utilizar este local para seguir aumentando la población más grande del planeta. Los más hambrientos conseguimos encontrar en el pueblo un estrecho local donde calmamos el apetito con unos pinchos morunos, comida típica de Xinkinag, y unos espaguetis, de la limpieza mejor ni hablamos. Mañana será otro día.
MALDITOS HUMOS BENDITA ARENA
Es domingo y mientras la niñas y niños van al parque luciendo sus mejores vestidos nosotros cargamos el moribundo quad (el recambio no tardara menos de tres días) en un camión y lo enviamos a Xining. Partimos otra vez con rumbo oeste y alcanzamos una descomunal zona industrial, en el corredor del rio Amarillo. Producir la corriente eléctrica que devora la cuarta parte de la población del mundo no es tarea fácil y en China una de las materias primas más abundantes y la más utilizada es el carbón. ¿Como describir este paisaje de feo desierto, humos, polvo, calor y llameantes chimeneas? ¿Sera así el infierno? Si no lo es, se le parecerá mucho, pues entre la saturada atmosfera de olor nauseabundo deambulan seres de caras negras destartalados motocarros, que van y vienen pululando entre un enjambre de sucios camiones, sobrecargados de material para alimentar las demoniacas calderas. El piso es muy resbaladizo, el pésimo asfalto está sepultado por una capa de varios centímetros de hollín, no quiero ni pensar como seria circular en moto por aquí con unas cuantos gotas de agua. Entre toses y con las caras y los como recién salidos de la mina de hulla llegamos al centro de la ciudad. Beneficiada por una cierta corriente de aire y un poco alejada de la zona industrial que la envuelve por el norte, este y sur es un autentico oasis de aire limpio. Ha llegado la hora de cambiar los neumáticos, montar tacos y mañana adentrarse en el desierto del Gobi que apenas queda a un centenar de kilómetros.
En el taller la maquina que tienen no sirve y nunca montaron ruedas de moto tan grandes así que debemos de cargarnos de paciencia. Cuando apenas nos queda una rueda por cambiar nuestro coche de apoyo al que han cambiado las pastillas de freno delanteras embiste el taller entrando a través de la cristalera, y llevándose por delante herramientas utillajes y una de nuestras ruedas delanteras que esperaba ya desmontada a adquirir sus tacos. A alguien se le olvido bombear el freno antes de poner el coche en marcha y como sucede en los accidentes todo es repentino imprevisible, Afortunadamente no se lleva “puesto” a ninguno de las decenas de chinos que siempre y en cualquier caso rodean toda actividad con nuestras motos. Mañana no podremos salir temprano como estaba previsto, deberemos reparar el automóvil y aclarar temas con el seguro. Un fugaz pensamiento de que la expedición esta gafada para por nuestra mente. Paciencia.
No nos importa salir al atardecer cuando apenas quedan unas decenas de minutos de luz de día. Tenemos tantas ganas de llegar al desierto que incumplimos una norma básica del viajero en tierras extrañas, no viajar de noche. Lo bueno que tiene esta temeridad es que así no tenemos que volver a ver el infierno de humos y polvo que atravesamos. Todo es negro, como el carbón, nunca mejor dicho, pero al cabo de unos cuantos aunque interminables minutos, empezamos anotar el aire puro en nuestro pulmones, salimos a campo abierto y las estrellas brillan en el cielo. Seguimos una carretera nueva, completamente nueva que en el mapa estaba marcada como una pista de tierra. Así son los chinos de la noche a la mañana en apenas unos meses convierten un polvoriento y duro camino en una autovía impecable de perfecto asfalto. Son las primeras curvas que nos echamos al puño dignas de ser consideradas y aunque las ruedas de tacos no invitan a tomar muchos riesgos ni inclinaciones apretamos un poco antes de parar a cenar en un comedor popular al aire libre de excepcional ambiente. Noche completamente cerrada buena temperatura, dejamos la ruta principal y tomamos una estrecha ruta semi-asfaltada e invadida a tramos por las dunas, es el camino hacia el lago de la Luna. Por fin pisamos la blanda arena y aunque no en las mejores condiciones ya que en la noche todos los gatos son pardos, y no sabes muy bien donde te metes, al menos esta bien marcada y podemos llegar hasta las grandes cadenas de dunas que protegen el lago. Son las dos de la madrugada cuando montamos el campamento sobre la loma de una duna de pequeño tamaño. Vuelvo a sentir la dulce sensación de dormir en plena naturaleza, sin más ruido que el ulular del viento contra la frágil lona de la tienda de campaña, vuelvo a sentirme diminuto en una naturaleza infinita, abrumadora. Es una sensación placentera especialmente cuando piensas que apenas a unos metros tienes una moto dispuesta a regalarte con inolvidables momentos en el desierto y además he conseguido meterme en la tienda sin dejar colarse ni a uno de los millones de mosquitos que pululan alrededor y que han dejado la huella de su presencia a casi todos mis compañeros. Mañana Dulce arena.
MÁS DUNAS POR FAVOR
Hoy ha sido una de esas jornadas que justifican los esfuerzos, los mucho esfuerzos que hemos tenido que hacer para llegar a este punto. De madrugada con el viento azotando partimos por encima de las dunas de tamaño medio No son muy altas, tampoco nada bajas y aunque siempre hay que asomarse con precaución a la cresta, lo normal es que no tenga una bajada más pronunciada que la subida. Es una gozada. Las motos van perfectas los neumáticos Metzeler Karoo muy bien, las suspensiones, la dulzura del motor, todo es ideal. Ahora es cuando más se goza de la moto llevando automóviles TT de apoyo. No tienes que llevar la carga de las maletas, ni siguiera la bolsa d deposito con la cámara de fotos que prudentemente también he pasado al automóvil No llevamos ni agua encima pues los coches nos siguen de cerca. Es ideal. Viajamos rumbo norte el desierto el Gobi, ese que tantas veces de niño en los tebeos e Mortadelo y Filemon leía como el lugar más lejano donde se escondía la pareja tras alguna de sus fechorías estaba ahora frente a mí. Al frente al norte, al sur el este y el oeste por todas partes, dunas y algunos lagos secos, salares que tras la experiencia del pasado año en Bolivia no nos atrevimos a atravesar por su centro. No por falta de ganas simplemente porque comprobamos que estaban blandos y ya sabemos lo que eso significa, engancharse seguro. Las horas van pasado y el paisaje se hace más y más bello, aquí las cadenas de dunas se rompen en montículos más duros, en mesetas planas que salpican la llanura como si fueran mesas preparadas para el festín de una fiesta de gigantes. En ocasiones un viento racheado levanta tenues tormentas de arena, nada que impida proseguir la marcha hacia el norte, nada que no permita perseguir a alguna manada de camellos salvajes en pleno desierto. Hay pocas sensaciones más emocionantes que rodar con tu moto campo a través junto a los grupos de animales salvajes. No se trata de asustarlos sin más, pues siempre procuro no acercarme tanto como para que sientan temor, algo que por otra parte también comparto con ellos. Digamos que nos respetamos. Es fantástico ver como superan las dificultades orográficas, como tan desgarbados animales dominan su terreno y hacen que un extraño sobre un caballo mecánico por muy moderno que sea pronto pierda la carrera.
Alcanzamos un control policial y militar del que ya teníamos noticias en el norte de Mongolia Interior. Aun con nuestra previsión, y los contactos previos el oficial al mando nos dice que debemos esperar que tiene que comprobar con sus superiores. Nuestra experiencia nos dice que este recurso simplemente son largas. No habrá permiso de paso seguro, hay rumores de una base de misiles apuntando a no se sabe que enemigo en la zona que queremos atravesar, también de almacenes de material nuclear y en cualquier caso seguro que la realidad supera a la mas calenturienta de las fantasías; en China todo es mas ¿ya os lo había comentado antes no?. Por tanto cuanto antes nos marchemos mejor. Deberemos retroceder unos 80 km para buscar una travesía directa al oeste, pero antes a la caída de la tarde tendremos que acampar al pie de las dunas. Es una tarde muy bella. Sobre la arena solo los dibujos del viento, las olas en la superficie de la arena, las huellas de los escarabajos y las de un zorro que se acercara también a curiosear por la noche a nuestro campamento. No puedo resistirlo e intento subir una gran duna, pero la base está demasiado blanda y me clavo, no he tomado suficiente inercia quizá mañana lo intente. Ahora es el momento de preparar la cena, de sentir el silencio del desierto y la compañía de los amigos de aventura. El aire de la libertad de Asia salvaje se ha instalado en el grupo, ya quedaron atrás los infinitos problemas, los retrasos, los malos humos industriales, las incertidumbres ahora las sonrisas lucen en todos sus componentes. Estamos deseando descubrir que hay más allá de esta, loma de esa duna, de ese barranco. Es el espíritu de la exploración, del viaje puro, la esencia de la aventura.