MARTIN SOLANA Arquitecto, motoviajero y apasionado de la competición off road. En aquel viaje una de mis motivaciones era ir a ver a algunos amigos que corrían el Dakar y este relato de humor y aventura se enmarca justo en los días previos al rally. Estaba escrito en ese tono gracioso donde pocas cosas hay que tomarlas en su literalidad y espero que sea entretenido en las circunstancias de encarcelamiento actuales.Puedes seguir su canal de YouTube o buscarle en Instagram.

Os presento un fragmento de mi libro del viaje por América del Sur, editado en 2014 en el que afrontaba una etapa de la mítica Carretera Austral en la Patagonia Chilena.

Por la mañana, mientras desayuno, le pido consejo a la dueña del hostel sobre mi ruta de hoy. Me dice que sin duda tengo que terminar la Carretera Austral y que para hacerlo debo pasar por varias barcazas o lanchas como ella las llama.

Me dice que la primera que me voy a encontrar es a 250 kilómetros por una pista de ripio, que sale todos los días a las tres de la tarde y me recomienda dormir justo en el pueblo anterior.

¿Quedarme a dormir otro día más? No está en mis planes pero ella insiste en que son casi las once y que necesito cinco horas para hacer ese camino, más el tiempo de repostar y sacar los billetes en uno de los pueblos.

Según ella, tendría que dormir. Y según  me lo va contando cargo todo en la moto rápidamente, me pongo el casco y sonrío para mis adentros… Se que no es lo más sensato pero voy a intentarlo porque el reto me ha puesto cachondo.

Empiezo la pista a machete, sin sentarme ni un segundo y siempre en posición de ataque. Voy encantado porque por fin tengo una razón para ir en modo carrera.

Me encanta ir así, totalmente concentrado en todo lo que queda por delante, casi sin pestañear y sin pensar nada más que en lo que veo de recta y el principio de la siguiente curva.

Yo sé que soy PILOTO, así, en mayúsculas, como perfectamente definía el gran Rafa Torres (el que mejor escribe sobre carreras de enduro en habla hispana) y lo único que me falta para ser dakariano es una cantidad ingente de técnica, fuerza, preparación física  y todas esa chorradas, pero yo, que no se os olvide, soy PILOTO.

Soy malo pero eso no es lo que importa en estos momentos.

Así pues, decido no mirar el reloj ni una sola vez y el cuentakilómetros lo mínimo posible. No es necesario para cumplir mi objetivo que es nada más y nada menos que ganar esta etapa y llegar al barco.

Según empiezo, se me estrella un mosca de cuarto de kilo en la pantalla del casco, justo donde más molesta a la visión. Cualquier otro hubiera parado a limpiarlo, pero ese día no podía, ese día no.

Sigo adelante y decido que en mi cabeza ese pegote ya no molesta. ¡Seguimos en carrera!

Por suerte, la pista es rápida y relativamente ancha. Algunas partes están recién arregladas y me permiten rodar a velocidades literalmente de autopista. Gozo como hacía tiempo que no me pasaba.

Hay muchas curvas ciegas donde no queda más remedio que extremar la prudencia y bajar el ritmo, pero a la salida de las mismas acelero con ganas y compruebo la tracción más que digna de mis ruedas en esta grava.

Me encuentro con un par de pequeños tramos de asfalto recién plantados. Realmente no voy mucho más rápido que en la pista, pero por lo menos me permite sentarme y relajar el cuerpo un poco. Por mis sensaciones, se que voy bien y que si todo sigue así puedo conseguirlo.

Lo único que me asusta un poco es sufrir un pinchazo ya que a esta velocidad y con tanta piedra el riesgo aumenta, a pesar de que no he bajado la presión  de las ruedas para minimizar riesgos perdiendo, a cambio, algo de agarre.

Tengo sed, pero me da igual, le ordeno a mi cabeza que piense inmediatamente en otra cosa y sigo adelante. Recuerdo a mi amigo Ví­ctor Rivera, Dakariano y Campeón del Mundo de Rallys, él,  por aquí­ iría con la moto totalmente cruzada, yo voy lo más rápido que puedo con pequeños derrapes más o menos controlados.

Me lo sigo pasando muy bien y me doy cuenta de que al ir tan concentrado no cometo errores.

Estos días atrás en otras pistas a ritmo de paseo, llegué a tener algún sustillo menor porque en las rectas he ido relajado y sin percibir el tipo de curva que viene o no he leído tan bien el suelo que tenía por delante o me he metido en zonas de grava más blanda.

Pero a este ritmo eso no pasa y formo un equipo perfecto con mi fiel Capitana. Noto que ella se lo está pasando igual de bien que yo.

Ha nacido para esto y ya lo demostró la pilotada por el malogrado Fabrizio Meoni ganando el Dakar cuando aún se corría en Africa y con motos gordas. Las KTM nacen con el Ready to Race en su ADN y la mía, aunque es fiel moto viajera, necesita como un caballo purasangre demostrarlo de vez en cuando.

Al doblar una curva, me encuentro un tramo neutralizado.

¡No! Un bandera me indica que debo pararme 15 minutos por unas obras en un puente. ¡Mierda! El bandera, con su piruleta octogonal de PARE, me dice que hay un tramo de 30 km. de carretera, así que casi estoy a mitad de camino.

Miro el reloj y veo que no voy mal. ¡Seguimos en carrera! Y mi cara debe reflejar la absoluta felicidad porque al quitarme el casco, el bandera me pregunta si me lo estoy pasando bien. No puedo pasarlo mejor.

Me dice que me quedan unas tres horas y yo le pregunto sonriente que si hay alguien que lo ha hecho en dos. -Sí, claro, si corres un poco se puede hacer en dos horas_ me responde.

Le digo que soy fan de Chaleco López, el mejor piloto chileno de rallys y top cinco del mundo, y se descojona. Casco, guantes, meto primera y mi amigo me da otra vez la salida. ¡Vamos! Reconozco que ha venido muy bien el descanso para afrontar esta última parte.

Llevo tantos días conduciendo por grava que ya le he pillado el puntillo. Recuerdo que cuando en 2006 compré mi primera moto, cualquier mínimo derrape de la rueda trasera, aunque fuera en un paso de cebra mojado, me preocupaba y sin embargo ahora si derrapa de detrás da igual y si se va de la delantera no pasa de ser un leve aviso.

En estos tramos, lo de que una rueda siga perfectamente enfilada a la otra es un lujo que no siempre te concede el terreno, pero no pasa nada. Concentración y saber dejar la moto fluir cuando toca y cuando no, corregirla cargando el peso en la estribera que toque o aguantando firme el manillar.

Paso por una zona mala con grandes pedrolos y sin roderas marcadas. Me invade el pesimismo por unos segundos, pero enseguida cambio el chip. ¡Voy líder, joder! Al salir de un puente, hay una pequeña rampa y salgo levantando la rueda delantera. ¡Gaaaas!.

Si hubiera estado el helicóptero de la ASO grabándome en esa zona, esta noche saldría esta imagen en Teledeporte. Pero así es el Dakar, amigos, de los pequeños nunca se habla en la tele, ¡Ja, ja, ja!

Sigo a mi ritmo, concentrado y contento y llego al punto de repostaje. El gasolinero me dice que tengo que comprar los billetes en la oficina de enfrente, pero cuando me acerco acaban de cerrar porque se supone que ya no daría tiempo a llegar al barco.

Le pregunto si se pueden comprar a bordo y me dice que no sabe. Sigo mi camino porque ya solo me quedan 60 kilómetros y una hora para lograrlo y no me pienso quedar sin intentarlo estando tan cerca.

A mitad de mi último tramo, empiezo a notar polvo en el camino. Según me voy acercando, va ampliándose la nube y llega un punto en que es una locura. Supongo que será Vladimir Chagin con el Kamaz que ha debido salir antes que yo a la especial.

Me cuesta mucho alcanzarlo porque va muy rápido. Calculo que sobre los 100 km. por hora y así es imposible adelantarlo. Cuando me acerco, me meto en el polvo y no soy capaz de ver nada.

En lugar de bajar el ritmo un poco y simplemente seguirlo, estoy tan encendido que me mantengo a una distancia prudencial, tragando algo de polvo, a la espera de una zona más lenta.

Cuando por fin baja el ritmo y puedo acercarme, veo que es una camioneta pickup y justo después de una curva veo el hueco y le paso. Yeah! Voy líder no solo de mi categorí­a, sino que también en la scrach.

Al final llego a la rampa de embarque con 20 minutos de adelanto. He hecho 250 km. de pista en 3 horas 15 min contando con la neutralización del bandera y me lo he pasado como hacía tiempo.

El resto de barcos están enlazados, así que ya no hay que correr, pero aun así­, soy el primero en llegar a la siguiente rampa, claro. Hoy era mi día de correr un poco.

Soy PILOTO, ese era mi día de ganar la etapa y lo hice disfrutando de cada momento.

¿Quieres ver esta aventura en un vídeo? Martin nos ha dejado este:

#Relatosmoteros, donados de manera altruista para que todos nos entretengamos.¿Quieres leer más #Relatos moteros? Puedes hacerlo en el blog de Alicia Sornosa pinchando aquí.