Fecha: 12 a 24 Mayo 2006. Pilotos: J. Cejuela, M. Martín, F. Nieto, I. Gonzalo.

Estados: Florida, Alabama, Misisipi, Tennesee, Kentucky, Indiana, Illinois. Longitud: 4.500 km. Entorno: Lomas, montañas y praderas. Terreno: Asfalto 100%.

10/05/06 Llegamos a Miami

El vuelo ha sido perfecto y la salida sin ningún contratiempo, además se nos ha hecho muy corto, pues hace tiempo que no nos vemos y no paramos de hablar unos con otros. Llegamos al Hotel a las 17:00, muy buen sitio enfrente de Ocean Drive en plena vorágine exhibicionista. Nos sentamos en la terraza para poder observar los distintos personajes, que reconocemos una y otra vez, parece que aquí todo el mundo quiere mostrar sus atributos, la mayoría de ellos adquiridos. Aquí todo es susceptible de ensanchar o agrandar se modifica, ya sea tuneando coches o anatomías.

Quedamos inmediatamente con los cuatro pilotos mallorquines que recién llegados de New York se disponen a entregarnos nuestras deseadas monturas con un día de antelación, ya que afortunadamente, la ausencia de incidencias mecánicas permitió pasar por alto la visita al concesionario BMW.

Ya por la noche cenamos todos juntos en Tapas y Tintos, en la Española Way de South Beach, como no, magníficamente atendidos por nuestro amigo Nico que ya conocimos tiempo atrás en Galicia. Entre cerveza y cerveza, con flamenco de fondo, nuestros amigos nos relatan las incidencias de su viaje, lo cual hace crecer aún más nuestra inquietud. Ya de vuelta al Hotel, tras intercambiar las motos, al Agente Moragas de la Policía de South Beach decide darnos nuestro primer susto americano (y la postre el último, por suerte). Y es que aunque en Florida no es obligatorio el casco si que lo son las gafas!!!??? Y con tal motivo nos reprende por ello y por la posibilidad de que hayamos tomado algo más de una cerveza, con las consecuencias que ello tendría para nosotros, y que supondría además de unos gastos de alrededor de unos 6.000 $, el pasar, en el mejor de los casos, una noche en los calabozos con lo “mejorcito” de Miami y la retirada de las motos a sus dependencias. En principio estamos bastante asustados pero tras una larga conversación, los lazos familiares que aún mantiene el Agente en Ciudad Real surten buen efecto en su conciencia y nos deja marchar, así que desde aquí un saludo para el Tío Moraga de Ciudad Real (el cual nos comentó, también es Policía). Así que tomamos alguna cerveza más para celebrarlo pero con las motos aparcadas a la puerta del Hotel y la lección bien aprendida.

11/05/06 Miami – Perry. 700 Km.

Aunque por unanimidad la noche anterior habíamos decidido no madrugar y tomarlo con calma, los nervios me pueden y a primera hora movilizo a todos, hay que empezar cuanto antes. El proceso de colocación de equipajes, que además es el primero, resulta asfixiante, la temperatura debe rondar los 35 º y nuestras motos están aparcadas bajo un sol de justicia. Devoramos botella tras botella de agua mientras acoplamos todos los bultos y lo que es más difícil, tratamos de hacer funcionar nuestro sistema de navegación GPS que se resiste a ser nuestro particular lazarillo. No hay manera así que recurrimos al plano y a los consejos de la gente y así comenzamos nuestra primera etapa del recorrido, que en dos jornadas nos llevará hasta Nueva Orleáns costeando por todo el Golfo de México.

Salir de Miami resulta lento y tedioso, el tráfico es denso en la autopista y nos cuesta coger ritmo, el camino hasta Stuart, donde paramos a comer se hace eterno, el paisaje no acompaña y las interminables rectas nos desesperan a todos y aunque no nos decimos nada unos a otro para no desanimarnos, por dentro tenemos un mal presentimiento… que no se cumplirá en absoluto.

Ya en las proximidades de Orlando todo cambia de repente, el paisaje es cada vez más espectacular y ameno, la autopista esta rodeada por un increíble césped, tan cuidado y limpio que te hace buscar la bandera del hoyo más próximo. A medida que abandonamos la carretera principal que cruza Florida, la Turnpike, todo es aún más sorprendente. Llegamos a las proximidades de Ocala y aquí encontramos una sucesión de campos perfectamente cuidados y vallados con impolutas vallas blancas, que delimitan cuadras y circuitos para carreras de caballos de firme impecable.

Con este panorama, ahora si, los kilómetros pasan sin ningún esfuerzo y alrededor de las 9:00 de la noche completamos nuestra primera jornada con más de 700 Km. recorridos. Desoyendo los consejos de nuestros amigos mallorquines hemos alargado al máximo el camino y conseguimos encontrar algún lugar para cenar, carne por supuesto, pero de muy buena calidad.

Después, para relajarnos, tomamos una cerveza en uno de esos típicos bares americanos con buen ambiente y música country del interior. Solo podrá ser una, mañana esperamos tener de nuevo una larga jornada y los planes son llegar a Nueva Orleáns no muy tarde para conocer el barrio Francés y su música en directo, pero siempre conscientes, de que las sorpresas del camino, una vez abandonadas las interminables autopistas pueden hacer variar nuestros planes iniciales.

12/05/06 Perry – Destin. 400 Km.

Iñaki no para de dar vueltas alrededor del motel, no sabemos si debido a los “fenómenos extraños” que se producen en su habitación (que le acompañaran todo el viaje…) o por el mal funcionamiento del GPS que nos tiene algo perdidos.

Después de un ligero desayuno Continental, típico en los Moteles de carretera nos dirigimos de inmediato hacia la costa del Golfo de México, donde ya solo circularemos por carreteras de doble sentido hasta llegar a Nueva Orleáns. Los primeros Km. discurren a través de un paisaje selvático, con profunda vegetación tropical, inundada en la mayoría de las zonas, la población es escasa y nos sorprenden los números puentes que cruzan caudalosos ríos de aguas embarradas, navegables la mayoría de ellos.

También sentimos curiosidad por unos extraños animales que suelen aparecer con frecuencia atropellados en la carretera, si el día anterior era común ver ciervos, hoy son armadillos. Lo sorprendente de este país es lo rápido que cambia el paisaje, así como sus gentes a medida que pasan los Km. Continuamos siendo recibidos con gran expectación allá donde paramos, aquí la gente es extrovertida y curiosa, no dudan en acercarse a nosotros para bombardearnos a preguntas que respondemos gustosamente. En la mayoría de los casos nos sentimos sanamente envidiados por lo curiosos, que siempre nos desean lo mejor y nos proporcionan toda la ayuda e información que necesitamos. Además, a medida que abandonos las grandes ciudades como Miami, la gente resulta más sencilla y despreocupada por su aspecto físico.

Una vez que alcanzamos la costa, podemos observar gran cantidad de casas aisladas, construidas junto a la orilla del mar, la mayoría con embarcadero propio y elevadas a gran altura mediante sólidos pilares, seguramente para evitar los efectos de las frecuentes inundaciones, y es que el agua es una constante allá donde vallamos en este estadote Florida.

Continuamos disfrutando de un magnifico clima desde que salimos de Miami, sol y mucho calor con temperaturas en torno a los 30º lo cual hace que prescindamos de las inserciones de goretex y aprovechemos al máximo las posibilidades de ventilación del Rally 2 Pro, que nos permite viajar fresquitos. Son frecuentes los puentes sobre amplias bahías, con longitudes fuera de lo común para nuestro país. Tras cruzar uno de estos puentes decidimos parar en Apalachicola, nos llama la atención un bonito hotel de antigua construcción y paramos a tomar un tentempié. Descubrimos opciones más que sugerentes en la carta, así que haremos una parada más larga de lo esperada para disfrutar de una agradable comida. Sobre la mesa, productos autóctonos del mar tratados con sumo acierto: deliciosas ostras con alguna especia y lima, pescados de la zona a la parrilla y un exquisito risotto de gambas del golfo que las delicias de los cuatro. Estamos tan a gusto en la terraza del Gibson Inn que prolongamos la sobremesa y optamos por no llegar a New Orleáns y buscar algún destino intermedio para descansar. Bien recomendados por nuestra amable camarera, nos dirigimos a Destin, paradero vacacional del Norte de Florida, que cuenta con unas de las playas más impresionantes que conocíamos hasta ahora, su arena es sumamente blanca y fina y sus aguas tan blancas y transparentes nos regalan espectaculares instantáneas.

De nuevo para la cena elegimos un restaurante con especialidades del mar que de nuevo nos sirve para echar abajo el mito de que los USA no se como bien. Pensamos que solamente es una cuestión de elección, pues de puede comer muy bien o muy mal (comida basura) y los precios una cotización del euro/dólar favorable resultan muy racionales y parecidos a los de nuestro país. Tenemos serias dificultades para encontrar un hotel, ya que es viernes y además este fin de semana se celebra un torneo de Golf de la PGA pero finalmente, un socorrido Holliday Inn Express nos brinda sus queen size beds por un precio razonable, pero antes de darles su uso, nos adentramos en la vida nocturna local. Muy buen ambiente y sin las estridencias de South Beach, pero aunque la jornada solo fue de 400 Km., estamos agotados y ponemos rumbo al Hotel.

13/05/06 Destin – New Orleáns. 450 Km.

Madrugamos de Nuevo, ayer tuvimos el primero de los “percances”, perdí mi teléfono móvil en el restaurante y tratamos de recuperarlo sin éxito. Así que continuamos nuestro camino hacia la capital de Lousiana, acompañados de por una frondosa vegetación y grandes ríos de nuevo. Dejamos Florida por la ciudad de Mobile y entramos en Alabama (la cual cruzaremos de nuevo por el Norte en nuestro camino a Atlanta) y otra vez con el nuevo estado, nuevas gentes y paisaje. Aquí el entorno es mucho más rural, vemos grandes plantaciones y algo menos de vegetación y gente muy amable una vez más. La comida vuelve a darnos la razón, probamos unos estupendos Rib Eye de vaca, que nos permiten coger fuerzas de nuevo, aunque quizá nos pasamos con la cantidad otra vez y tenemos que recurrir a nuestro amigo, el “torito colorao” que nos ayudará en bastantes ocasiones a combatir el sopor que producen las interminables interstate americanas a sus velocidades legales, que procuramos respetar en la medida posible, si bien en todo el viaje respetamos la máxima de: “donde fueres, haz lo que vieres”, y es que dependiendo del estado se es más o menos permisivo con los límites de velocidad. En Alabama son normales cruceros de 120-140 Km. /h pero lo mejor de todo es que estas velocidades son normales tanto para coches como, como para sus grandes Pick UPS, e incluso para los mega camiones que te asustan al adelantarte a esas velocidades nada usuales por nuestros lares. No es de extrañar la enorme cantidad de fragmentos de neumático de gran dimensión que encontramos en las autopistas y que nos dan algún que otro susto. También nos llama la atención lo cuidados que están arcenes y medianas, con césped perfectamente cuidados y sin guardarrailes asesinos dadas las amplísimas escapatorias, un diez sin duda. Ya en el estado de Mississippi, comenzamos a ver los efectos devastadores del Huracán Katrina, los árboles están tronchados y muchos carteles aún descansan en el suelo con sus soportes totalmente deformados. Paramos a repostar justo antes de la frontera del estado con Luisiana y allí los efectos son cada vez más evidentes. Vemos muchos indigentes en las gasolineras, gente normal a la que el Huracán les robó todas sus pertenencias, dejando en la miseria a una importante parte de la población del estado.

Según cruzamos el puente que nos lleva a la ciudad, comienza a ponerse el sol y resulta sobrecogedor imaginarse a los miles personas que en su evacuación quedaban atrapadas por los interminables atascos sobre estas construcciones en las cuales el agua queda a escasos 4 metros de altura. Después de recorrer los interminables 8,5 Km. de cemento y hierro del puente el panorama es desolador, primero vemos como prácticamente no queda ni un solo árbol en pie o con todas sus ramas sanas y después encontramos urbanizaciones enteras abandonadas ante la falta de suministro de agua y luz, con las viviendas destrozadas aun casi un año después de la catástrofe, y es que aunque el esfuerzo de reconstrucción es grande, tal fueron los daños que aún hoy nos da la impresión de circular por un pueblo fantasma, despoblado después de una mortal guerra. La visión es muy amarga y no deja de recordarnos la gran tragedia humana que supuso esta catástrofe. Pasado el mal trago, nos dirigimos directamente al French Quarters para buscar un hotel y descubrir la noche de Nueva Orleáns. No tenemos demasiados problemas para encontrar un céntrico hotel a pesar de que muchos de ellos aún permanecen cerrados por los efectos de las inundaciones, y el precio es razonable ya que estamos en pleno Downtown a escasos dos minutos de Bourbon Street. Una vez que llegamos aquí, nos cuesta creer que unos meses atrás que unos meses atrás todo estuviera totalmente inundado por las aguas procedentes del desbordamiento del Mississippi, hasta al menos un metro de altura según nos cuentan, lo cual corrobora las marcas que aún son visibles en numerosos edificios.

Y de nuevo este país nos va a sorprender, si pensábamos que los españoles éramos los reyes de la fiesta, estábamos equivocados, el ambiente aquí es increíble y la calle Bourbon, en la que por las noches se corta al tráfico está prácticamente intransitable dada la cantidad de gente que se echa a la calle. Cuesta trabajo decidirse por uno de los abarrotados locales, la oferta es variada y atractiva, ofreciéndose en la mayoría de ellos música en directo de altísima calidad y para todos los gustos, Blues, Jazz, Rock & Roll, Rap… por supuesto, es obligatorio visitar una muestra de cada uno de ellos al menos y entonces la noche se nos queda pequeña… Por supuesto las cuatro Adventures no están invitadas a esta fiesta, para ellas reservamos otros planes y descansan en el parking del hotel cuidadosamente custodiadas.

14/05/06. New Orleáns – New Orleáns.

Los esfuerzos de la noche anterior hacen más que recomendable que dediquemos la jornada a conocer mejor la ciudad, algo más que justificado dada la gran variedad que ofrece. El barrio Francés llama la atención por su arquitectura colonial de inspiración francesa-española, que algunos de nosotros recuerda a algunas zonas de La Habana de Castro. Aprovechamos para degustar especialidades de la cocina Criolla y Cajón, así como para mantener una larga conversación con un grupo de unos 20 Harlystas de pro, que tiran por tierra otro de los estereotipos sobre esta gente, pues resultan ser muy amables y lo que más nos sorprenden es que además de mostrar gran interés por nuestras monturas, demuestran tener amplios conocimientos y respeto sobre ellas… al fin y al cabo no son unas Japos cualquiera! Ellos nos brindaran todo tipo de consejos sobre los lugares que debemos escoger para nuestro recorrido por la Smokie Mountains, que todos conocen a la perfección, ya que se trata de un lugar de peregrinaje obligado para el aficionado americano.

De nuevo la presencia de las BMW’s levanta gran expectación, con un bombardeo constante de preguntas, además de las obligadas fotos con curiosos, que se sienten muy afortunados de tenernos con ellos y eso a nosotros, porque no decirlo, nos enorgullece. Aprovechamos la jornada para conocer a fondo y disfrutar a tope de la ciudad, pero también para descansar pues al día siguiente nos espera una larga etapa hasta Atlanta.

15/05/06.- N. Orleáns – Atlanta. 750 Km.

Ante la escasez de lugares interesantes para visitar, decidimos plantear una etapa Maratón, para poder así llegar con antelación a los Apalaches y disfrutar de sus carreteras de curvas sin prisas. Cruzaremos de este a oeste los estados de Mississipi y Alabama para acabar en Gerorgia, cerca de Atlanta, siempre acompañados por una frondosa vegetación. Decidimos para ello tomar las autopistas principales de eternas rectas y para este menester los cuatro coincidimos en que la Adventure es perfecta, muy confortable, con una postura que te permite largos trayectos sin excesivo cansancio ayudados por la amplia protección que ofrece la cúpula regulable y además su postura de conducción Off Road nos permite hacer tramos de pie, lo cual por un lado, deja descansar la parte de nuestro cuerpo donde la espalda pierde su nombre y lo que es mejor, saciar nuestra curiosidad en los innumerables puentes. También se agradece la protección que proporcionan cúpula y depósito, el cual además tiene una autonomía que resulta ser más larga de lo que soporta nuestra anatomía. Con él para de los Km. se olvida la sensación inicial de pesadez que produce la moto, sobre todo en parado, no en vano van siendo muchos los Km. y empezamos a estar totalmente identificados con nuestras monturas, cual centauros de la carretera.

Concluimos la etapa muy cerca de Atalanta, en un motel de carretera, previa cena en uno de los locales de la cadena Hooters, donde somos amablemente atendidos por unas típicas Pin Ups americanas que son una auténtica preciosidad, estos restaurantes además suelen contar entre su clientela con números moteros y ofrece un lugar donde tomar unas cervezas con comida muy típica americana rodeados de bellezas.

16/05/06 Atlanta – Gatlinburgh. 450 Km.

Estamos a unas 30 millas de la ciudad de Atlanta, hemos decidido localizar el concesionario de BMW más próximo para llevar a revisar la rueda trasera de mi moto, ya que desde que la recogimos en Miami tiene una pequeña fuga de aire de no logramos localizar y tras largas jornadas de autopistas con largas rectas se encuentra bastante deteriorada en su banda de rodadura central, a pesar de que le reponemos presión en cada parada. Una vez localizado el concesionario, en Norcross, decidimos visitar antes el Downtown de Atlanta, para hacer las fotos de rigor con las motos. De nuevo gran expectación allá donde paramos, nadie quiere quedarse con la curiosidad de saber algo más acerca de nuestra aventura y son muchas las personas que toman nota de nuestra página Web con la intención de seguir nuestra aventura. Aquí encontramos una ciudad mucho más limpia, cuidada y moderna que el caos de New Orleáns. El Skyline resulta espectacular desde la autovía que nos conduce al centro y una vez allí nos sorprende la cantidad de edificios de gran altura que son destinados a uso residencial, contando con balcones casi a 100 metros de altura. No prolongamos mucho nuestro tour por la ciudad, nos preocupa la rueda trasera y por delante tenemos muchas millas todavía.

Llegamos al concesionario y somos amablemente atendidos por Jon, el jefe de mecánicos, que enseguida descubre un clavo en nuestra rueda, nos sugiere la sustitución del neumático ya que repararlo sería arriesgado dado el estado de la goma y los Km. que aún nos quedan por recorrer. Aprovechamos nuestra visita para comprar trajes de agua, ya que hemos visto que las previsiones en el norte, hacía donde nos dirigimos son de fuertes lluvias y preferimos ser previsores. El dueño del concesionario nos hace descuentos en nuestras compras, él conoce nuestra aventura ya, alguien le hablo de nuestro proyecto en su último viaje a Alemania y nos transmite su entusiasmo e incluso algo de “sana envidia”. Tras unas fotos con todo el Staff del concesionario, con Luís, uno de sus amables clientes, procedente de Puerto Rico, con intercambio de camisetas incluido nos dirigimos a Cherokee, para iniciar la Blue Ridge Ride.

La salida de Atlanta nos recuerda a las carreteras de circunvalación de nuestra capital, terriblemente congestionadas por el intenso tráfico, pero para nuestra alegría la carretera se va volviendo cada vez más retorcida y por tanto, más divertida. Decidimos pernoctar en Gatlinburgh, una pequeña ciudad vacacional en plenos Apalaches en el estado de Tennesse, plagada de Moteles, Restaurantes y atracciones muy al gusto americano. El tramo de llegada a esta ciudad desde Cherokee, tardará en borrarse de la pantalla de nuestro casco, primero comenzamos con una carretera de curvas enlazadas que discurre a lo largo del cauce de un pequeño río de montaña con aguas cristalinas, parece que circulemos por un túnel, ya que las copas de los árboles de ambos lados de la carretera se entrelazan unas con otras. Pero lo mejor será cruzar el último puerto de montaña, acompañados por unas impresionantes panorámicas, disfrutamos de gran variedad de curvas de todo tipo que culminan en un impresionante 420º con túnel incluido al final que nos deja a los cuatro boquiabiertos, tanto, que mañana desharemos este camino para tomar la Blue Ridge Ride en desde el principio, pero a la inversa porque empezaremos desde el final ya que esta va de Norte a Sur. Nos hemos hospedado en unas cabañas de madera en lo alto de la montaña y por suerte, nos toca la que está más arriba, por lo que tal vez tengamos la oportunidad de ver al famoso oso negro que se come las basuras de los turistas y que según nuestra casera incluso a veces baja hasta el pueblo. Leyenda o realidad, pone una nota de emoción a la noche.

17/05/06 Gatlinburgh – Blowing Rock. 357 Km.

Salimos a media mañana después de tomar un suculento desayuno y adquirir una bolsa de pic-nic para cada uno, ya que no queremos abandonar el Parkway hasta que decidamos parar dormir, ya que muchas veces en esta carretera no se encuentran gasolineras en la misma y hay que alejarse unas millas en busca de algún pequeño pueblo, con la consiguiente pérdida de tiempo. En primer lugar hacemos las 30 millas de la carretera que tanto disfrutamos la jornada anterior, con su 420º y nada más iniciar la Blue Ridge Parkway ya nos damos cuenta de lo que nos vamos a encontrar, asfalto de primera, curvas de todo tipo y unas panorámicas que nos ayudan a mantener los limites de velocidad de unos 70 Km. /h, al menos de momento…

Al principio las paradas son muy frecuentes para tomar fotografías de los espectaculares paisajes, con interminables montañas llenas de variada vegetación. Además es recomendable hacer la ruta en días de diario, como es nuestro caso, ya que entonces el tráfico es escaso, encontramos muy pocos coches, algún grupo más de motos y nada de camiones que aquí tienen prohibida su circulación, además, prácticamente todos los conductores se retiran en los miradores y nos dejan paso cuando nos ven aparecer en su zaga. A medida que pasa el día, vamos avivando el ritmo al no encontrar ninguna patrulla de los temidos Ranger del Parque. Disfrutamos intensamente de la moto, pues esta carretera es única con kilómetros y kilómetros de curvas sin fin, constantes subidas y bajadas que hacen nuestras delicias. A eso de las tres paramos a tomar nuestra comida y entonces comienza a llover, nos ponemos los trajes de agua y emprendemos camino, con una grata sorpresa, y es que este asfalto no permite conducir con gran seguridad incluso cuando se encuentra mojado apoyados en los Anakee que trabajan muy bien sobre el agua.

A media tarde comenzamos a notar el cansancio y buscamos un sitio para dormir. Blowing Rock será el pueblecito elegido al azar y de nuevo con gran acierto, pues nos encontramos con una pequilla villa residencial, paradero vacacional de numeroso acaudalados de los estados meridionales, que cuenta con pequeños edificios de construcción muy cuidada y agradable. Enseguida encontramos habitaciones en un pequeño motel de decoración rústica muy conseguida. Para concluir la jornada, tomamos una deliciosa cena en el Pub Six Pence y nuestra camarera, la simpatiquísima Ángela se una a nuestra sobremesa en la que compartimos nuestras aventuras con ella y recibimos valiosa información. Continuamos maravillados con la amabilidad de la gente, muchas gracias Ángela!

18/05/06 Blowing Rock – Staunton (Smokie Mountains). 550 Km.

El día amanece muy lluvioso y de Nuevo nos acordamos de lo acertado que fue comprar los trajes de agua. En principio nos habíamos planteado hacer los Apalaches en tres días, por lo que el plan para hoy es simplemente hacer kilómetros para buscar un lugar donde dormir cuando empecemos a sentir el cansancio. El límite de velocidad se encuentra normalmente establecido en 45 millas, el cual tratamos de respetar en las zonas rectas más abiertas, por precaución, para evitar los temidos tickets o incluso peores consecuencias si te sobrepasas demasiado. Pero en las zonas de curvas, que son la mayoría, la cosa cambia y aquí se impone la diversión. Ante la escasez de policía, pues no vimos más que dos patrullas en todo el PKWY, nos vamos animando cada vez más y nos olvidamos de las restricciones, manteniendo eso sí, unos conservadores límites ya que no podemos exponernos a una caída que arruinaría nuestra buena marcha y probablemente las ilusiones de todos los que nos han de suceder, y más aún bajo una intensa lluvia.

Las millas pasan lentas, ya que las paradas para tomar fotografías son muy frecuentes, de hecho no paramos tantas veces como nuestra vista nos sugiere, ya que en ese caso no avanzaríamos nada. Y es que todos coincidimos en que está es una de las rutas más bonitas que hemos hecho nunca, muy entretenida y siempre con un paisaje que regalarnos. Es importante prestar atención a los animales que se cruzan por la carretera, mapaches, ratones, ardillas y más de un ciervo pueden causarnos estragos y nosotros a ellos, así que, ojo! Con todo esto, cada vez tenemos más por la mano la nueva Adventure y comenzamos a gozar como niños pequeños, mejor aún después de comer cuando el cielo se despeja del todo y se seca el asfalto. Es entonces cuando las paradas comienzan a ser menos frecuentes y es que la combinación de esta carretera con esta moto puede ser de lo más adictiva y nosotros nos mostramos débiles. El ritmo con esta moto ha de ser fluido, sin fuertes apuradas que estresen las largas suspensiones, respetando esto, el disfrute es total ayudadazos por un perfecto asfalto y la practica ausencia de vehículos en circulación, sobre todo a partir de las 6 de la tarde, cuando parece que todo el mundo abandona la PKWY y nos encontramos solos. Tal resulta la abstracción, que cuando queremos darnos cuenta llevamos nueve horas encima de la moto y nos hemos terminado, no solo la Parkway, sino también la Skyline, que es la continuación de ésta hacía el norte y llevamos recorridos más de los 500 Km. que nos faltaban de ruta. Son ya casi las 19:30 y debemos asegurarnos buscar un hotel para descansar. Tras varios intentos recalamos en la ciudad de Staunton, donde disfrutamos de su centro histórico, de gran atractivo, además de una gran variedad de bares y restaurantes donde podemos sentarnos a comentar las batallas de la jornada alrededor de una cerveza.

19/05/06 Staunton – Pittsburgh. 450 Km.

Aunque en principio tenemos pensado llegar a Pittsburg utilizando las aburridas interstate a última hora comprobamos que existe una ruta alternativa cruzando las montañas de West Virginia por carreteras secundarias, a través de varios parques nacionales, y cambiamos rápido de parecer. La idea no puede ser más acertada, en principio. Nos encontramos de nuevo con carreteras de montaña muy poco transitadas con gran variedad de curvas, pero está además cuentan con unos cambios de pendiente entre curva y curva que resultan de lo más divertidas, son auténticos sacacorchos de la carretera. No obstante, el asfalto no es tan bueno como en el PKWY y el ritmo es más tranquilo. Poco a poco el tiempo va empeorando a medida que entramos en West Virginia para acabar pasando una de las peores jornadas de toda nuestra etapa. De repente, el cielo se ha cerrado por completo y nos encontramos circulando por los frondosos bosques de W.V.A. bajo una profunda niebla, acompañada de intensas lluvias que nos acompañaran hasta nuestra llegada a Pittsburg ya por la Interstate en los últimos Km. del dia.

Dado que vamos a llegar tarde a la ciudad, paramos en la frontera del estado de Pennsilvanya en su Visitor Center. Estas oficinas, que se pueden encontrar en las fronteras entre estados si se circula por Mayor Roads son altamente recomendables para planificar la estancia cuando no se lleva nada preparado con antelación. Ellos mismos nos consiguen una reserva acorde con lo que buscamos, en este caso recalamos en Station Quarters, justo en la orilla del rió, frente al Downtown donde podemos disfrutar de unas inmejorables vistas desde nuestra habitación en el Sheraton. Por la noche, aprovechamos las posibilidades que esta zona de la ciudad nos ofrece, infinidad de restaurantes, si bien todos ellos, con menús similares, por lo que optamos por el más próximo al hotel, ya que no hemos comido nada desde las 12 de la mañana. Después, algo de música en directo, dentro de la gran variedad que la zona ofrece. El ambiente es muy bueno, la gente muy animada, y nosotros también nos animamos…

20/05/06 Pittsburgh – Niagara Falls. 475 Km.

Salimos de nuevo a media mañana, y de nuevo pensamos que lo mejor es aprovechar la mayor velocidad de marcha de la Interstate 79 para hacer una corta parada en las Cataratas del Niagara y continuar hasta Toronto, pero lo bueno de este viaje es que podemos cambiar nuestros planes sobre la marcha, pues salvo nuestra llegada a Chicago el día 24, lo demás podemos variarlo a nuestro antojo. En este caso, la Interstate acaba rápido con nuestra paciencia, nos hemos acostumbrado a las carreteras secundarias y esta no nos ofrece ni diversión sobre la moto ni paisajes para disfrutar, así en el primer desvío posible tomamos la 62 en dirección Franklin, tal y como Martín sugirió en nuestro brieffing matinal y que todos desoímos. Rectificar es de sabios y en este caso no nos equivocamos con el cambio. Siempre es recomendable evitar las grandes autopistas si se quiere disfrutar de una visión de la variedad que ofrece este país, una vez que nos alejamos de las grandes ciudades, recorriendo lugares verdaderamente auténticos y diferentes.

A pesar de que las millas se suceden con lentitud, el tiempo pasa rápido y nos vemos obligados a parar con frecuencia por el interés de lo que vamos encontrando a nuestro paso. Pueblos como Warren o Franklin merecen una parada para retratar sus construcciones de inspiración victoriana. También cruzamos el parque natural de Alenally y durante gran muchas millas nos acompaña la orilla del río Allenghnally, lugar de antiguos asentamientos Indios en el Norte de Pennsylvania. La sorpresa del DIA nos la llevamos al comprobar en nuestros mapas que nuestra ciudad de origen, Salamanca (aunque, en realidad todos somos Bejaranos) tiene una hermana gemela en el estado de Nueva Cork, así que tomamos un pequeño desvío para hacer una visita a nuestros tocayos. Solo unas fotos rápidas y continuamos viaje, queremos llegar a las cataratas de día y además, estamos ya muy al norte y notamos un intenso frío. De hecho a estas alturas tenemos que aprovechar todo el equipamiento que tenemos a nuestra disposición, ropa térmica, inserciones de goretex en traje y hasta el equipo de agua nos ayuda a soportar temperaturas cercanas a los 0º que nos hacen añorar los día de Florida. Hacia la 19:00 llegamos a Niagara Falls y aunque teníamos proyectada una breve parada para continuar camino hasta Toronto, quedamos prendados por este espectacular fenómeno de la naturaleza y decidimos hacer noche aquí. Otra vez la casualidad nos lleva al acierto, los Hoteles en la parte Americana están todos llenos debido a una convención así que no tenemos más remedio que cruzar al lado canadiense en busca de hotel, desde el cual tenemos unas mejores vistas del rió y sus cataratas. En la frontera no tenemos ningún problema, y el trámite se prolonga algo más por la curiosidad del agente de aduanas que nos hace todo tipo de preguntas asombrado por nuestro viaje, y es que en esta zona, las motos son poco comunes.

Nos desilusiona un poco observar el grado de explotación comercial creado alrededor de este fenomenal accidente en el río Niagara, Casinos, Hoteles, Restaurantes, tiendas, todo tiene cabida aquí y en gran número. Exceso de mega construcciones alrededor de lo que ellos denominan Parque Natural. Pero como no tenemos más remedio nos sumamos al espectáculo y disfrutamos de una recomendable cena en el Restaurante del Hotel Ambassador, The Keg, situado en la colina frente a las cataratas en la 9 planta del hotel, desde donde se disfruta de una perfecta vista nocturna de las cataratas iluminadas y como viene siendo la tónica habitual, todo sale de maravilla.

21/05/06 Niagara Falls – Toronto – London. 342 kms.

El DIA amanece lluvioso, así de nuevo vestimos toda la parafernalia de capas de ropa superpuestas, que nos será de gran utilidad en nuestra visita a las cataratas, que pulverizan una inmensa cortina de agua. La vista desde el lado canadiense es aun mejor y las 4 motos levantan un gran revuelo entre los presentes. Tras una breve parada emprendemos camino hacia Toronto, una moderna ciudad a orillas de lago Eire que nos seduce con sus modernas construcciones. El camino hasta allí resulta peligroso por los fuertes vientos que hoy soplan de forma racheada y con una fuerza a la que no estamos acostumbrados, de hecho, al cruzar alguno de los puentes elevados tememos por nuestra integridad, pues el aire hace que parezca que vallamos por una sinuosa carretera y tememos pasar del medio terrestre al acuático pasando por el aéreo. Al final todo se queda en un susto y llegamos sanos a Toronto. Aquí la gente, siguiendo la tónica general es amable y curiosa. Encontramos un bonito sitio para comer en los muelles del lado, en el Pier 3. Aparcamos las motos justo al lado del agua y está posición nos permitirá comprobar la buena flotabilidad del casco de Enduro, utilidad para que la que seguro no fue concebido pero que nos salva de un grave contratiempo.

He dejado mi casco sobre la moto y al mover esta para coger la cámara de las maletas traseras, éste cae al suelo para ir directo rodando al agua… El susto es grande, en principio pienso que la parada en Toronto va a ser obligadamente más larga de lo previsto, pues es Domingto y el lunes festivo, por lo que sería difícil conseguir un casco… Pero por suerte al asomarnos al puerto vemos que flota perfectamente y con la ayuda de un bichero logramos sacarlo del lago. Así el problema se reduce a pasar la sobremesa de la comida conectado al secador de aire caliente del servicio. Disfrutamos del pescado de la zona y después de una suculenta comida nos dirigimos a lo alto de la Torre CN, desde donde las vistas de la ciudad son magnificas. Allí coincidimos con un grupo de Médicos españoles que se sorprenden con nuestra presencia y algún que otro japonés nos pregunta si estamos allí para saltar en paracaídas desde lo alto¡¡???¡¡ Suponemos que será al vernos con el traje y el camelbak a la espalda pero lo cierto es que pasamos un rato muy divertido. De nuevo nos ponemos en ruta, hoy nos toca autopista ya que las alternativas son escasas. Las vistas no son tan apetecibles y el camino se hace aburrido hasta London, ciudad en la que decidimos parar ya que estamos todos congelados de frío, la temperatura está cerca de los 0º de nuevo pero el gélido viento hace que el frío sea ya insoportable. Encontramos Hotel ayudados por Mr. GPS y nos vamos a cenar, algo melancólicos ya al divisar el fin de nuestro camino.

22-05-06 London – Chicago. 678 Km.

La última etapa se plantea de Nuevo como maratón, en la reunión matinal en nuestro último Continental Breakfast acordamos intentar llegar a Chicago si es posible, para tener más tiempo para conocer la ciudad, pero además queremos hacerlo por carreteras secundarias por lo que nuestro discurrir será lento. Hacemos una breve parada en Detroit, para hacer algunas fotos en el centro, pero abreviamos al máximo influenciados por la mala fama de peligrosa que tiene esta ciudad y de la que todo el mundo nos ha prevenido, así que unas pocas instantáneas de rigor y nos adentramos en nuestro último tramo de backroads por la 62. Primero atravesamos inmensas fábricas dedicadas en la mayoría al sector de la automoción, y es que aquí, como no el Sr. Ford tiene hasta una carretera con su nombre. Pero con el paso de las millas el paisaje cambia y el estado de Michigan se torna rural infestado de interminables plantaciones. A nuestro paso vamos encontrando muchísimos mapaches atropellados y algún que otro ciervo. Pasamos por la ciudad de Sturgis y lo cierto es que ningún signo delata que nos encontremos en la ciudad donde se celebra la mayor concentración de Harley Davidson del país.

A eso de las 21:30 llegamos a Chicago y de nuevo comienza la aventura de buscar hotel, labor más complicada hoy por la celebración de una convención mundial de restauradores, pero la oferta es amplia y encontramos alojamiento. La entrada en la ciudad, ya de noche, ha sido uno de los momentos más espectaculares y emotivos de todo el viaje, pues además de una vista que pone los pelos de punta, supone la culminación con éxito de nuestra particular aventura, así que las dos emociones se conjugan y nos sentimos todos satisfechos y afortunados de haber llegado hasta aquí. A pesar de que son las 11:00 p.m. cuando conseguimos salir del Hotel para cenar, en esta ciudad no tenemos ningún problema de encontrar un lugar adecuado para nuestro propósito, pues Chicago es una ciudad con una increíble vida, tanto diurna, como nocturna y la ciudad no duerme para ofrecernos todos sus encantos.

Al día siguiente solo nos queda la obligada visita por el centro de la ciudad para la que aprovechamos la mañana que aún tenemos las motos a nuestra disposición antes de llevarlas a su oportuna revisión. La presencia de vehículos de dos ruedas es escasa aquí y la gente una vez más siente curiosidad por nuestra presencia. Nada más salir del hotel nos encontramos con Janett, que nos invita a desayunar al 3rd Coast, su restaurante en Dearborn Pkwy y nos muestra gran interés y fascinación por las BMW´s y nuestro viaje en particular. Ya por la tarde conocemos a Dan Jankovich, gran amante de las motos europeas, el cual nos invita a que vayamos al Players, bar donde se respira gasolina por los cuatro costados y donde se reúnen propietarios de motocicletas, principalmente de procedencia europea, Bmw, Ducati, Aprilia…Mark, el propietario y su mujer hacen que nos sintamos como en nuestra casa y ponen a nuestra disposición su magnifica cocina tradicional americana. De nuevo insisten en invitarnos y la sobremesa se prolonga durante horas de amena conversación. Mark es poseedor de una fenomenal colección de BMW´s, hasta 11 en total, dentro de la cual está por supuesto, una Adventur idéntica a nuestras ya ex. A la conversación se van uniendo sus amigos, todos amantes las motos, como Paolo, Salvatore, Kosta y el propio Dan. La generosidad de Mark no termina aquí, ya que él es además propietario de algunos de los locales de copas más exclusivos de la ciudad y nos incluye en la lista de invitados de una fiesta en el Why, donde disfrutamos del ambiente local. Al día siguiente, podemos aprovechar, ya sin nuestras compañeras para visitar la ciudad con más calma… pero a pesar de que disfrutamos intensamente, en el fondo, todos anhelamos el sonido del boxer petardeando en nuestros oídos.

Conclusiones:

El sentimiento general entre los cuatro es de plena satisfacción, hemos podido descubrir lugares de este país donde en otras circunstancias se hace muy difícil llegar, disfrutando de la variedad de paisajes y entornos que ofrece un territorio tan vasto y diverso. Hemos pasado por los estados de Florida, Alabama, Mississipi, Louisiana, Tennessee, North Carolina, Virginia, West Virginia, Pennsylvania, New York, Notario (Canadá), Michigan, Indiana e Illinois y no podemos decir con cual nos quedaríamos porque en todos hemos encontrado algo interesante, bien sea en las grandes ciudades o en sus auténticas zonas interiores.

Estamos ante un país ideal para realizar un viaje de este tipo con muchas probabilidades de éxito, ya que la gran cantidad de infraestructuras permite viajar sin ningún tipo de planificación.Por último destacar la falta de incidencias, un pinchazo y alguna que otra caída tonta en parado, sin consecuencias para moto ni piloto nos parecen escasas para los 5.800 kms que registramos en el marcador.

No hemos acabado y ya estamos deseando repetir…

Javier Cejuela Gómez. Piloto 13. Etapa 4.

RUTA DE LOS EXPLORADORES ESPAÑOLES

Costa Este. Por Jos Martín

La tierra, por la mayor parte, desde donde desembarcamos hasta este pueblo y tierra de Apalache, es llana; el suelo, de arena y tierra firme; por toda ella hay muy grandes árboles y montes claros (…) , muchas lagunas, grandes y pequeñas, algunas muy trabajosas de pasar…

Naufragios. Álvar Núñez Cabeza de Vaca

Así describió Cabeza de Vaca el paisaje que vio en la Florida después de naufragar en 1528 cuando viajaba como tesorero y alguacil mayor en la expedición del desdichado Pánfilo de Narváez. El espíritu de Cabeza de Vaca, sin duda el mayor explorador español y uno de los más considerados viajeros de la historia mundial, debe servir como referencia en estas dos etapas: él fue el primer europeo que atravesó el territorio actual de los Estados Unidos desde el Atlántico al Pacífico, quien descubrió el Misisipí, quien primero describió el bisonte, quien tomó contacto por primera vez con tribus indias como los sioux y los seminolas. Nueva York, ciudad hecha con montañas de edificios, nació de la mano de otras culturas distintas a la española. Especialmente, de ingleses y franceses. Pero este gran mogollón que hoy tiene y que la convierte en capital de mundo occidental ha atraído poderosamente a personajes y artistas españoles. En literatura, el más ferviente y renombrado es Federico García Lorca, que escribió su libro Poeta en Nueva York mientras se rendía a su vitalidad y a sus encantos (“No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie./ No duerme nadie”). En arte, los murales del vestíbulo del edificio RCA, en el Rockefeller Center, que iban a ser pintados por el mejicano Diego Rivera y luego por Picasso, los realizó al fin José María Sert. La atracción ha sido mutua. El idioma español que llegó de Castilla hace siglos es hoy un lenguaje vivo y hablado cada día por mayor número de personas.

Los exploradores y conquistadores españoles no sintieron la atracción de navegar por el océano Atlántico muy al norte, porque ingleses y franceses ya se habían instalado en aquellas costas. Lucas Vázquez de Ayllón fue el que llegó más allá: en 1521 desembarcó en la desembocadura del río Jordán (hoy llamado Santee River) y dejó algunos asentamientos en San Miguel de Guadalupe, cerca de la actual Savanah. Nueve años antes, Juan Ponce de León había recorrido La Florida (llamada así porque llegó a ella en la Pascua Florida). Él creía que era la isla Bimini, donde estaban las fuentes de la Eterna Juventud, y las buscó desde la bahía de San Carlos (Charlotte Harbour) hasta unos kilómetros más al norte del cabo de las Corrientes (Cabo Cañaveral). San Agustín fue la primera ciudad fundada por un europeo en Estados Unidos (Pedro Menéndez de Avilés en 1565) y hoy guarda con orgullo los restos de su pasado español en torno al castillo de San Marcos.

Algo parecido sucede en Miami, aunque a veces, esa influencia permanezca escondida tras nombres convertidos al inglés. Es el caso de Key Biscayne (Cayo Vizcaíno), preciosa isla residencial que conserva el faro Florida de aspecto claramente hispano; o Coral Gables, barrio de chalés que recuerdan la estética de las casas mediterráneas; o la torre del hotel Biltmore, una especie de Giralda pasada por el tamiz del gigantismo norteamericano. Los famosos cayos que llegan hasta Cayo Hueso (Key West, el único que guarda algo de su historia y el más hermoso geográficamente hablando) también han maquillado total o parcialmente su paisaje y sus nombres, como Key Largo (Cayo Largo), Islamorada, Fiesta Key, Don Quixote Key, Spanish Harbor o Boca Chica.

La cuarta etapa parte de Miami y debe atravesar las tierras pantanosas de los Everglades en dirección al lago Okeechobee y, una vez en él, tomar el camino del oeste para llegar a la costa y bordearla hacia el norte hasta la bahía de Tampa, lugar donde Narváez y Cabeza de Vaca desembarcaron. Luego, costear como hizo éste en dirección a Nueva Orleans para toparse con la desembocadura del río Alabama y el delta del Misisipí (“un río muy grande”), de los que tomó agua fresca para abastecerse. Una parada en la hasta hace poco hermosa y bullanguera ciudad de Nueva Orleans sirve para darse cuenta de los materiales con que se ha fabricado a lo largo de su historia: kilos de estilo americano a las maneras del profundo sur, unos gramos de aromas franceses y un leve recuerdo de su pasado colonial español.

Cualquiera que sea la ruta hacia el norte que se tome en dirección a Chicago, siempre habrá al menos una vez que se cruce la ruta que tomó Hernando de Soto entre los años 1539 y 1543, cuando deambuló sin concierto por los estados de Georgia, las Carolinas, Alabama, Tennessee, Arkansas, Luisiana, Texas y Mississippi. El camino más recomendable para alcanzar Chicago, fin de la cuarta etapa, transcurre paralelo al cauce del gran río americano hasta llegar a San Luis y allí se toma la carretera que lleva directamente al lago Michigan.

Bibliografía

–Naufragios y comentarios. Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Espasa Calpe, Madrid, 1999.

–The Atlas of North American Exploration. W. H. Goetzmann y G. Williams. University of Oklahoma Press, 1998.

–Florida. Ediciones BSA Sin Fronteras, Barcelona, 1999.

–USA. The Rough Guide, Londres, 1999.

–Poeta en Nueva York. Federico García Lorca. Ediciones Cátedra, Madrid, 1989.

Mapas

–Nueva York. Editorial Planeta, Barcelona, 1994.

–Florida. Unique Maps, Ontario, 2003.

–Florida 1:720.000. International Travel Maps, Vancouver, 2000.

–Miami. South Florida Map Co. Miami, 2002.

–Florida Keys. ITM, Vancouver, 1999.

–USA Road Maps. Streetwise Maps. Sarasota, Florida.

NOTA DE PRENSA

De Miami y sus cálidas playas al frío norte de Canadá, el equipo numero 4 compuesto por pilotos de Bejar ( Salamanca ) concluyo con pleno éxito su etapa totalizando mas de 5.400 km.

Los Everglades, y sobre todo Nueva Orleáns fueron las referencias iniciales de este viaje. Compartieron ruta, charla y unas cervezas con los moteros norteamericanos en Bourbon Street, después unos cuantos días de curvas por los Apalaches para llegar hasta las Cataratas del Niágara y Canadá. Rodeando el lago Eire por Toronto y Detroit alcanzaron en fecha y sin más incidencias que un pinchazo el fin de la etapa en la ciudad de Chicago.