Fran Pardo. Cántabro, aventurero, testarudo luchador, cazador de experiencias. Fundador de Riders of legend empresa de experiencias en moto por el mundo. Puedes seguir leyendo otras de sus aventuras en su blog.

Es 7 de mayo y todavía ando por Benin: no voy a llegar a Angola con la visa que hice en Madrid ya que caduca este sábado, pero me da igual.

El viaje, después de un mes y medio de mi salida desde Comillas, ha llegado a un punto en el que he tenido que parar para poner las cosas en orden en cuanto a visados y recuperar mi pie.

Hasta he tenido tiempo para llamar a mi jefe y ver qué tal se lo estaba pasando en la oficina. Me ha dado tiempo a descubrir en este remoto país la Venecia africana. Un lujo convertido en agradable descanso para mi cuerpo.

Ya soy un habitual en la embajada de Nigeria, donde me han vacilado sin parar, necesito reunir los visados para decidir por donde quiero parar y disfrutar en los próximos 4.000 kilómetros.

Desde que salí de Gambia, los trámites y la burocracia han marcado mi calendario y quiero reconducir la situación.

Durante esa semana, me dio tiempo a conocer a un personaje italiano que reconocía que Marc Márquez era el mejor piloto del mundo y a explorar este pequeño y acogedor país.

Benin me ha sorprendido por ser diferente a sus vecinos, recordándome más a algunos que conozco del Caribe, hasta el tono de su lengua local me recuerda a los habitantes Blufields en la zona Atlántica de Nicaragua.

También me he encontrado un estado mucho más avanzado de lo que yo esperaba, ¡y tengo que reconocer que desde el primer día estoy tentado para hacerme un traje local!

Sus telas son las más bonitas que he visto en el este de Africa y puedo tener unas pintas magníficas subido a la moto con ellas.

¿Quién viene de turismo a Benin? Nadie. De ahí que la gente sea abierta y esté dispuesta a ayudarte para cualquier asunto, mirándote como una persona más, no como un ‘euro con patas’, como tiene la visión de la mayoría de países turísticos. Seguramente esta agradable sensación se repita en los países que me quedan por atravesar.

El sábado aproveché para visitar Porto Novo, ciudad colonial pero ya con pocas construcciones que la caractericen como tal, y el domingo Ganvie, una aldea de gran contraste a la que llaman la Venecia africana por estar prácticamente todas sus viviendas construidas sobr el lago Nokue.

Es increíble conocer un lugar así en África, más típico de un país asiático. Sólo se puede acceder a ella a través del agua y, por ello, la villa creció mucho durante la época de esclavitud, cuando la población se escondía de los negreros que apresaban a la gente para llevarles a América. Actualmente su gente vive de la pesca y el comercio local, alimentado por el turismo.

Un refugio en el agua, así nació, cuando en los siglos XVI y XVII las tribus huían de los guerreros de la religión del Dahomey, la cual les prohibía entrar en el agua. Un lugar seguro, también para mí.

Mi pie, todavía convalenciente, me ha permitido llegar a esta joya, a esta sorpresa. Ahora mismo valoro enormemente el haberme caído una y otra vez en la moto porque la consecuencia es haber decidido parar y descansar por estas tierras, más concretamente en Ganvié. Las heridas no han sido en balde.

Lo más pesado de esta semana, como siempre, mis peleas en la embajada. Especialmente con la de Nigeria. Peleé como Pacquiao dando golpes y ellos me esquivaban como Mayweather…

Pero en la revancha espero ganar y que me den la visa sin más problemas, seguro que no les apetece volver a escuchar a un pesado y pelma como yo.

Lo próximo que escriba debe ser lejos de una tierra que, al margen de su belleza, estos días vive alterada con muchas calles cortadas y Policía activa por Benin.

Su gente está ‘nerviosa’ porque el gobierno de la oposición no está de acuerdo con el resultado de las elecciones de hace una semana y, además, el presidente quiere cambiar algunas leyes importantes.

Consecuencia: que no hay entrada de gasolina en el país. Así que, en cuanto me enteré, me apresuré para buscar una gasolinera. Me fui hasta una zona poco poblada para evitar la aglomeración que había ya en la ciudad y acerté.

Con el deber cumplido, ahora estoy solo a la espera de recuperarme y en pocos días empezar el tramo más duro de todo el viaje hasta República Democrática del Congo, pasando por Nigeria, Camerún y Congo.

A partir de aquí ya todo será más sencillo… pasaremos un poco de calor pero la mecánica de Lydia –y yo, el más carroza- sufrirá menos por el buen estado de las carreteras.

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